Curando heridas (4° parte)

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¡Costó, pero logre llegar al final! Oficialmente cuarta y última parte de curando heridas.

Lamento la tardanza por cierto. 

Tengo planeado otro arco con mi idea de cómo se conocieron Ren y Camelia. ¿Les interesa? ¿aunque los deje esperando un mes por la última parte? Por cierto, perdón por eso, no fue mi intención tardar tanto,pero estoy terminando la secundaria por lo que la vida es difícil :'C 

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-Te lo ruego Camelia, por favor.

-¡No Ren!

-Va a ser solo una hora cuando mucho. Pero de verdad, de verdad necesito esto.

Camelia suspiró frustrada. –Lo sé... de verdad lo entiendo, entiendo que quieras salir a cazar, sé que lo necesitas. Pero no estás en condiciones. Solo te lastimaras.

-Te juro que tendré cuidado.

-No se trata de tener cuidado. Tu magia aun sigue muy débil, debes dejarla recuperarse y concentrarse únicamente en tus heridas.

Ren tenía la vista clavada en algún punto del suelo, sus oídos eran sordos al razonamiento, no quería entender. Por supuesto el zorro sabía que había mucha razón en las palabras de su amiga, pero era preferible no escuchar. Además, Camelia no estaba realmente entendiendo su necesidad, él no acostumbraba rogar, jamás, a nadie y hoy estaba rompiendo esa regla.

-Necesito saber que te quedaras en lo que yo no estoy, que no harás ninguna estupidez. ¿Puedes prometérmelo?

Él suspiró. –Lo prometo.

Camelia se sintió más aliviada. –Intentaré no volver tarde. Estaré aquí antes de la noche.

Ren asintió y ella desapareció, yendo a ver a uno de sus ahijados. El ancestral caminó por la casa aburrido, tomó con cuidado uno de los libros y lo leyó, lo volvió a dejar en su estante y suspiró. Extrañaba cazar, extrañaba su cuerpo animal y necesitaba desesperadamente hacer algo o su mente volvería a los recuerdos de la noche en la que fue atacado por el lobo. Cada vez que Camelia se iba, que lo dejaba solo, volvían a él las imágenes de un bosque a oscuras, un aullido en medio de la noche, garras atacando su cuerpo, los pensamientos de una pronta muerte y la traición de su mejor amigo, al que consideraba un hermano.

Sacudió la cabeza intentando despejar las escenas de su mente. Salió apresurado por la puerta decidido a dar un paseo y dejar de pensar.

El sol de la tarde era potente y calentaba su piel, pero el calor era contrarrestado por una suave brisa fría. Ren disfrutó aspirar el olor a naturaleza pura. Sonrió para si mismo al pensar que aunque él y Camelia eran diferentes en muchas cosas, eran iguales en los aspectos más importantes. Más allá de las diferencias en los gustos alimenticios y el hecho de que él era un ancestral y ella un hada, ambos compartían el encanto por la naturaleza, los lugares verdes y la tranquilidad del bosque. La sencillez también era algo que tenían en común, ella bien podría vivir en un lugar ostentoso pero en su lugar prefería una casita pequeña de una sola habitación, un mono ambiente sencillo. No vestía pomposamente ni hacia apariciones brillantes. Él también tenía en sus manos la magia como para tener un palacio envidia de cualquier rey, pero no era ese el estilo de vida que le gustaba.

Luego estaban esas pequeñas cosas que no tenían en común pero que no por eso al otro le molestaban. Ren no se consideraba el mayor amante de las historias tradicionales, sin embargo ese aspecto de Camelia lo embobaba tanto. Le encantaba que a ella le fascinara leer y se deleitara con las distintas versiones de los llamados "cuentos de hadas". Verla emocionarse por encontrar una nueva versión o hallar un libro de cuentos viejos, lleno de las historias que tanto le gustaban.

Todas las Hadas del Reino: Vida ancestral  (Serie de one-shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora