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ㅡ¡Niño! ¡Mira por dónde vas! ㅡexclamó uno de los mayores veteranos al esquivar el cuerpo menudo del pequeño marineroㅡ ¡Pórtate bien! O puede que algún día caigas sin querer a los tiburones...

Al Hongjoong de once años, sin embargo, le daban igual las amenazas de sus superiores. Corría como si la vida le fuera en ello, saltando cajas y barriles por doquier. El tiempo se le acababa, no tardarían en encontrarle, por lo que se escondió tras una de las barcas más grandes que había en el barco. Su sonrisa destellaba miraras desde donde miraras, y es que el escondite era su juego favorito.

ㅡ¡Hongjoong! ¿Dónde estás? ㅡpreguntó una mujer, con voz melosa, buscando a su hijoㅡ Vamos, mi niño... ¡Voy a encontrarte!

Pero la voz femenina se escuchaba lejos de su posición, por lo que podía relajarse. De todas formas, su madre se encontraba cerca de él, así que salir de su escondite sin que ella lo viera no sería tarea sencilla. Con curiosidad, cogió pues uno de los remos del bote, y comenzó a blandirlo como si de un sable se tratase. Tan ensimismado estaba en vencer a los enemigos que solo existían en su imaginación, que no se dio cuenta de que el palo de madera se había enganchado a una de las redes que cubrían el suelo. Atrajo el remo hacia él, intentando deshacer el nudo recién creado, hasta que alguien tiró de la tela por el otro lado con tanta fuerza que lanzó a Hongjoong directo al suelo.

ㅡ¡Kim! ㅡel mismo viejo de antes lo encontró tirado, a punto de llorarㅡ ¡Más te vale tener una excusa! Has roto una de las redes secundarias, ¿cómo quieres ahora que subamos la mercancía a cubierta?

El niño tembló.

ㅡ¡Ahora mismo vas a venir conmigo a explicarle al capitán lo que has hecho! ㅡy sin esperar a la aprobación del chico, lo agarró del chaleco y lo arrastró hacia la popa, donde se encontraba el camarote del hombre al mando.

ㅡ¡Hongjoong! ㅡla mujer de cabellos claros como el trigo, viéndolo, se acercó a su hijo. Entendiendo la situación, se dirigió al hombre que lo sujetabaㅡ ¿Qué ha hecho mi hijo, pirata? Sea lo que sea, ruego que lo perdones...

ㅡA mí no me vas a hechizar con palabras de nobles, chica. Ni tú ni tu hijo tenéis ningún derecho en este barco, yo mismo me encargaré de que él sea castigado como merece. Ahora pertenecéis a nuestra tripulación, y vais a cumplir nuestras reglas ㅡel viejo hombre escupió a la mujer en el desgastado vestido que llevabaㅡ. Desde luego, una sucia puta no es quién para decirme qué debo hacer y qué no.

ㅡ¡¿Qué le has llamado a mi madre?! ㅡsin dudar ni un segundo, la pierna del ahora ofendido niño se estiró hacia arriba hasta golpear al pirata donde más le dolería. Acertó, los quejidos del viejo no tardaron en ser escuchados por toda la cubierta.

ㅡ¡Serás...!

ㅡ¿Seong? ¿Estás molestando a los nuevos?

Un chico más corpulento que Hongjoong apareció en escena. Los mechones color azabache se mezclaban en finas trenzas, sus ojos rasgados observaron al hombre con atención. No era demasiado mayor, ni demasiado grande, aunque sí alto. Llegaba perfectamente a la altura del tal Seong sin problema, quien casi debía alzar la mirada para sostener la vista del niño de nada más que diez años.

ㅡVete de aquí, esto no te incumbe. ㅡgruñó, cubriendo con sus manos la zona dañada.

ㅡClaro que sí ㅡpara ser un simple chico, de rasgos suaves y mirada dulce, intimidaba. Aunque no precisamente por su físico, si no por su cargoㅡ. Estás en mi barco, es mi deber saber qué ocurre en él.

Tras un suspiro que fue una queja obvia por parte del hombre, este respondió de mala gana, explicando todo lo sucedido. La madre de Hongjoong, por el contrario, inclinó la cabeza en señal de respeto al reconocer al menor de todos.

ㅡAquí no son necesarios los honoríficos ni las reverencias, Kim. Aunque deberías volver abajo, pronto será la hora de la comida, y los cocineros necesitarán ayuda de alguna hembr... Mujer ㅡlas orejas del niño se tiñeron de rojo al darse cuenta de lo que había estado a punto de decir. Sin embargo, hizo caso omiso a la mirada de la madre de Hongjoong, quien obedeció. Pudo dirigirse hacia el hombre, entoncesㅡ. Y tú, Seong, no vas a decirle nada a mi padre. Suéltale ya.

Rendido, el viejo no tuvo más opción que cumplir las ordenes que el menor le dio. No le gustaba tener que adoptar una actitud sumisa hacia nadie, pero dentro del navío, las leyes habían decidido una democracia hacía ya varios siglos. La última votación había escogido a su actual capitán, cargo que también le daba poder a su hijo. En definitiva, aunque no lo quisiera, quien estaba bajo el mando de su padre obedecía también las órdenes de Song Mingi.

Hongjoong, por su parte, bajó la mirada una vez Seong se fue, arrepentido e incluso avergonzado porque un niño ㅡque sabía, era menor que élㅡ le había defendido.

ㅡGracias. ㅡcasi susurró, aunque el más joven pudo oírlo.

ㅡAquí no damos las gracias ㅡexplicó Mingi, con voz seca pero una agradable sonrisa en la caraㅡ. Eres Hongjoong, ¿verdad? El náufrago.

Él asintió.

ㅡEstabamos viajando a Aurora, pero hubo una tormenta. Mi padre falleció, y perdimos todos nuestros productos.

ㅡHijo de un comerciante, ya veo. Bueno, yo no tengo madre... ㅡun repentino silencio se instaló entre los dos, hasta que el más alto lo rompióㅡ ¿Eras noble? Hablas como uno.

Hongjoong negó con la cabeza, aunque las comisuras de sus labios se curvaron levemente hacia arriba.

ㅡ¿Lo parezco? Sólo éramos mercaderes, y no teníamos mucho dinero, mas debíamos hablar con propiedad para causar buena impresión, y vender más. ㅡlevantó la cabeza, por fin, fijando su mirada en los ojos de Mingi.

Hasta ese día, Hongjoong no había hablado con Song. Lo conocía, por supuesto, y lo había visto repetidas veces durante sus carreras con su madre o paseos por la cubierta. Sin embargo, ni se había atrevido ni había tenido oportunidad de fijarse demasiado en él: era el hijo del capitán. Mingi, por el contrario... Probablemente había preguntado y mirado a Hongjoong más de lo que llegaría admitir nunca. ¿Que aquel vejestorio que se hacía llamar veterano lo molestara? No era más que la mejor excusa para acercarse a él.

ㅡBueno, no te preocupes más, eso ya no importa. ㅡdeclaró, sonriente.

El mayor frunció los labios, acto que le pareció irresistiblemente tierno a Mingi. Además de tener los ojos más grandes de lo normal e inusualmente brillantes, Hongjoong debía inclinar la cabeza hacia arriba para encontrar la mirada de su menor.

ㅡ¿Y por qué no importa?

Mingi esbozó una sonrisa aún más grande y extendió el brazo, mostrando la cubierta, la tripulación, y las olas a lo lejos.

ㅡPorque ahora eres un pirata.

pirate king ㅡ ateezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora