008. a peculiar hostage
Hongjoong tenía catorce años cuando la conoció.
La nueva había corrido como la pólvora en aquel gran galeón, y no era para menos. Mingi había sido el primero en contárselo, pues al tener una posición tan importante, fue de los primeros en conocer la noticia. No tardaron mucho en comunicárselo a Jongho también, y pronto tuvieron una nueva misión: descubrir si los rumores eran ciertos.
Esa misma noche, los tres chicos de catorce, trece y doce años respectivamente, salieron de sus camas a escondidas y se dirigieron a la conocida sala prohibida. Desde la primera vez que pisaron las maderas del barco les impidieron entrar allí, ya que era un lugar reservado para rehenes o tripulantes que debían recibir un castigo, y no debían ser molestados. En aquel caso, tenían cautivada a la primera opción.
Fueron muy silenciosos; sin articular palabra, abrieron la puerta con cuidadosa lentitud una vez estuvieron allí. Sin embargo, no contaron con que esta habitación estaría repleta de agua, y que un fuerte sonido se escucharía hasta veinte metros a la redonda cuando esta salió como un torrente. No reaccionaron al instante. Aunque intentaron escapar, irse como si nada hubiera pasado, no se lo permitieron: ni cinco segundos habían pasado cuando el padre de Mingi apareció por la esquina.
ㅡ¡¿Quién anda ahí?! ㅡalzó su sable de hierro místico y apuntó a los niños con este. Al ver de quienes se trataban, sin embargo, suspiró y bajó el armaㅡ Mingi, sabes bien que no puedes estar aquí. Llévate a tus amigos a la cama, debéis dormir... Y no volváis. No es una petición como padre esta vez, sino una orden como capitán.
El chico de trece años asintió, arrepentido, y se dispuso a volver a su camarote. Los otros dos lo siguieron, la cabeza gacha por la vergüenza de haber sido pillados más que por otra cosa, y volvieron a sus camas para dormir.
Al apoyar la cabeza en su cojín, Hongjoong cerró los ojos, decidiendo no volver a pensar en lo que habría dentro de esa sala. Sin embargo, sus sueños no le permitieron olvidarlo: no podía dejar de darle vueltas a ese destello anaranjado que había visto al abrir la puerta.
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H
abían pasado un par de días desde aquella fallida misión, y tanto Jongho como Mingi habían dejado de insistir sobre el tema. El más mayor, por su parte, seguía pensando en ello una y otra vez.
ㅡ... Porque mañana llegaremos a Crescent. ¿Te apetece?
Hongjoong levantó la cabeza, aturdido, y asintió sin saber sobre qué le estaban hablando. Mingi lo miró, sonrió cansado y después suspiró.
ㅡ¿Qué te pasa? Últimamente estás en otro mundo, nunca nos escuchas cuando te hablamos.
El chico pasó la lengua por su labio superior, riendo nervioso.
ㅡSí, bueno, no he dormido bien...
Mingi aceptó su excusa, aunque no fuera la primera vez que adjudicaba su falta de atención al sueño ㅡla verdad, era algo que había oído muchas vecesㅡ, y continuó con su discurso: llegarían a Crescent, y les permitirían bajar al pueblo. Era toda una novedad, probablemente Hongjoong habría reaccionado con mucha más ilusión si hubiera dejado de pensar en la rehén.
Se decidió durante la hora de la cena, la curiosidad podía con él. En cuanto la mayoría fuese a dormir, él buscaría la manera de entrar en esa sala, costara lo que costara. Tenía que conocerla, asegurarse de que era real y no sólo un mito.
No tuvo que esperar demasiado, pues una hora después, la cubierta se quedó casi vacía. Hongjoong salió de su cama en silencio, andando con cuidado para que las maderas no crujieran bajo sus pies, llegando a la ya conocida puerta. Dio una vuelta por el lugar para cerciorarse de que nadie lo vigilaba, y tras esperar unos minutos para disimular, se atrevió a entrar.
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pirate king ㅡ ateez
Fantasy﹙🐚﹚❛ En el océano no hay realeza ㅡsonrió, ladinoㅡ, pero estamos los piratas.❜ Fuego, amor, odio; arte, secretos, rencores; encantamientos, estrellas, muerte. En las islas del Sol y de la Luna, la fantasía es tan real como la magia de los Santos Ast...