zero zero two [0-0-2]

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002. apples and iron


Las hábiles manos de Hongjoong se enredaban entre los cabellos de Mingi, sus finos dedos enlazándolos mechón a mechón. Las trenzas que el menor siempre llevaban eran ya su marca personal, nadie podría hablar sobre él sin mencionar sus típicos recogidos. Al principio, eran las mujeres del barco quienes se las hacían, pero Hongjoong había cogido costumbre de encargarse él cuando se aburría. De todas formas, Mingi ya no aceptaría que lo hiciera otra persona.

ㅡ¿Ya?

El mayor asintió con la cabeza, de forma que Mingi lo viera a través del espejo. Este sacudió levemente sus cabellos, para darles ese toque despeinado e informal. Cuando saliera a cubierta probablemente se ondularían las puntas, culpa de la humedad.

ㅡGracias.

Hongjoong, quien estaba ordenando las finas cuerdas con las que ataba las trenzas del menor, lo miró con una ceja alzada. Si algo había aprendido en sus cuatro años a bordo de ese navío, era que ellos nunca daban las gracias. Sin embargo, la expresión de Mingi denotaba que no era más que una broma. Los dos estallaron en carcajadas al unísono.

El más alto se levantó y abrió la puerta del camarote, dejando a Hongjoong pasar antes, haciendo una reverencia con una sonrisa divertida en el rostro. El otro chico no pudo más que devolverle el gesto con la misma expresión.

Y es que Mingi y Hongjoong encajaban a la perfección, desde que se conocieron se comportaron como viejos amigos que se conocían desde el nacimiento. Su relación era similar a la de unos hermanos cercanos; pues, aunque nunca lo admitieran, no podrían vivir el uno sin el otro. Eran mucho más que simples mejores amigos; eran el apoyo del otro, su segunda mitad. Sus sentimientos eran fortísimos, sin embargo, no pasaban a un amor más profundo.

Al menos, en el caso de uno de los dos.

ㅡ¿Vamos?

Mingi tragó saliva y asintió, desenredándose de sus pensamientos. Se acercó a Hongjoong, asomado a la baranda en la proa. Estaban llegando a la costa de Mist.

Las islas del Sol y de la Luna estaban compuestas por cuatro reinos: Mist, al norte, reino de la Estrella Mayor; Crescent, al este, regido por el poder del Sol; Twilight, el archipiélago del sur, cuyo astro venerado era la Luna; y Aurora, isla del oeste, que recibía ese nombre por las Luces Celestiales que decoraban su firmamento.

ㅡ¿Qué cargamento van a subir? ㅡpreguntó Hongjoong, apoyado en las maderasㅡ No entiendo qué productos vamos a necesitar de aquí, si sólo tienen manzanas.

Mingi rio.

ㅡBueno, sólo es una pequeña intervención sin importancia en las despensas reales, nada serio. Además, también tienen el mejor hierro de los cuatro reinos. ㅡargumentó, acariciando inconscientemente su sable, construido por este material. Lo tenía desde que nació, prácticamente, y a sus doce años no se había separado de él.

El chico, a pesar de haber vivido toda su vida dentro del barco, había nacido en tierra firme. Mist era su reino, aunque nunca se había considerado uno de ellos: él pertenecía al océano.

ㅡHierro místico ㅡHongjoong soltó una débil carcajadaㅡ. La gente piensa que viene del nombre del reino, Mist. ¿Te lo imaginas? Hierro nebuloso.

ㅡYo no sabía que Mist significaba niebla hasta hace unos días, cuando me lo dijiste. ㅡrespondió Mingi, con una mueca.

Hongjoong alzó una ceja y se mordió el labio, ligeramente arrepentido por su comentario. Durante esos cuatro años había cambiado mucho; su actitud, su forma de hablar y de vestir, incluso el tono de su voz. Pero él había nacido en una familia perteneciente a la burguesía, y había tenido acceso a una mínima educación que la mayoría de ese barco no. Ese tipo de cosas no cambiaban con facilidad.

ㅡMejor vayamos a ayudar a subir el cargamento...

El menor siguió a Hongjoong. Entre los dos agarraron una de las cuerdas ㅡque rodeaba una polea y volvía a bajar por el otro ladoㅡ y comenzaron a tirar. Era una técnica recién adoptada por su tripulación, ya que era mucho más sencillo y rápido que el sistema por redes, y lo que más necesitaban los bandidos era velocidad.

ㅡ¿Cómo puede pesar tanto una caja de manzanas? ㅡpreguntó Hongjoong, empujándola con todas sus fuerzas.

Porque, sí, en un principio era un robo único y exclusivo de armas a la herrería de Palacio, pero un par de extras de comida no hacían daño a nadie.

ㅡNo lo sé, tú sólo piensa en llevarla abajo sin romperla.

Y esa era su idea principal, dejarla en la despensa y olvidarse de ella. No les fue posible, sin embargo, pues al tirar el objeto de madera del primer al segundo escalón con un golpe seco, de esta surgió un quejido que era indudablemente humano.

ㅡ¿Pero qué demonios? ㅡMingi alzó el sable mientras le indicaba al mayor que quitara la tapa. Este, sin embargo, continuó tirando.

ㅡAquí nos pueden ver. Baja, lo arreglaremos allí. ㅡsusurró.

Aunque algo receloso, el menor asintió y ayudó a Hongjoong a llevar la caja al fondo de la despensa. Encendió una vela y la colgó en la pared, pues estaba completamente oscuro. Hacía calor, además, ya que era la estancia más húmeda de todo el barco. Tras las gruesas paredes de madera, sólo había agua. 

ㅡÁbrela, ya.

El mayor arrancó la tapa de la caja sin dudarlo. Salió algo de polvo desde dentro, y pocos segundos después pudieron descubrir un rostro con los ojos muy abiertos, mirándoles fijamente. Comenzó a toser, intentando llevar su mano a la boca, pero Mingi no se lo permitió: colocó el sable en su garganta.

ㅡ¿Quién eres?

Pero la tos del chico no cesaba. Temerosos de que acabara ahogado, Mingi y Hongjoong compartieron una mirada, entendiéndose al instante. El menor alejó un poco el arma, y su compañero le tendió la mano al desconocido para ayudarlo a salir del objeto que lo oprimía.

Este sacudió sus ropas y terminó, finalmente, de toser. Después levantó la mirada, posándola en los ojos de Mingi. A pesar de que fuera más alto que él, el recién llegado no se acobardó, ni mucho menos. De hecho, sacó pecho intentando parecer más intimidante, más grande. Podría haber parecido patético si se tratara de otra persona, pero el chico era corpulento, y ese gesto cumplía el objetivo que deseaba.

ㅡ¿Cómo te llamas? ㅡpreguntó Hongjoong, acercándose. 

ㅡSoy Jongho. ㅡcontestó, con seguridad.

Si su nombre debía haber causado algún efecto en ellos, desde luego no lo hizo. Simplemente se quedaron en silencio, Mingi manteniendo la hoja del sable cerca de su cuello, Hongjoong observándole con curiosidad. El único sonido audible eran las voces ahogadas que llegaban escaleras arriba.

ㅡ¿Y qué edad tienes?

ㅡDiez años.

El niño los miró desafiante, como si esperara risas de su parte. Estas, sin duda, no llegaron.

ㅡ¿Qué haces aquí? ㅡHongjoong continuaba con las preguntas, no iba a dejarlo ir hasta que supiera todo lo que pudiera sobre él.

ㅡMe he metido en una caja de manzanas, me habéis subido al barco y ahora me habéis sacado. Por el movimiento del suelo, lo más probable es que hayamos zarpado ya. No tengo dónde ir, ni tenéis a dónde llevarme.

ㅡ¿No tienes padres? ¿Familia?

ㅡNo quiero a mi familia.

Hongjoong y Mingi se miraron, expectantes. No estaban seguros de qué hacer, nunca habían vivido una situación como esa, ni les habían explicado de qué manera debían reaccionar. Finalmente, el mayor tomó la palabra.

ㅡEstá bien. Puedes quedarte en el barco, siempre que aportes tu ayuda a la tripulación. Si no tienes dónde ir, desde luego has llegado a parar al mejor lugar ㅡHongjoong esbozó una sonrisa, entre cálida y divertidaㅡ. Aquí falta de todo, menos huérfanos.

ㅡPero yo os he dicho que no soy huérfano.

ㅡNo, ya no lo eres ㅡconcluyóㅡ. Ahora tu familia somos nosotros.

pirate king ㅡ ateezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora