CAPÍTULO 10

3.4K 204 33
                                        

Nathan...

   Hoy se cumple una semana desde que Elizabeth y yo nos hemos estado evitando. Ella sale más temprano de lo usual y no la veo hasta la noche que entra a su habitación con su plato de comida o a la de su hermana para hacerle compañía.

   Lleno al último piso del edificio, donde queda mi oficina y Adriana se posa en mi campo de visión.

- ¿Por qué no me dijiste que estas comprometido? - se cruzó de manos, enojada.

- Buenos días, primero que todo - la mire serio - y si, estoy comprometido. No te debo explicaciones Adriana, eres mi secretaria y desde ahora cero libertades con el jefe. Sólo nos trataremos asi, estrictamente como Secretaría y jefe, ¿claro?

- Ahh, eres un maldito idiota, Nathan - dijo - me utilizas como tu juguete sexual cuando estás enojado y ¿ahora si quieres algo laboral? - se ríe con amargura.

- espero tu carta de renuncia - dije, después de un largo silencio y entre a mi oficina.

   Empecé a organizar algunos papeles y hacer llamadas para la próxima reunión y justo la puerta se abre.

- Que buen culo tiene tu secretaria, ¿ya te la cogiste? - escuche una voz gruesa, muy conocida.

   Mi mirada siguió la voz, encontrándose a mi mejor amigo en la Universidad, Antonio Harrison.

- Buenos días, ¿en qué le puedo ayudar? - decidi jugar con el un poco.

- déjate de bromas - se ríe y entra - ¿por qué no vienes y me das un abrazo? Hace más de un año no nos vemos.

- cierto - me levanté y nos dimos un abrazo, palmeando nuestras Espaldas - ¿que tal España?

- Excelente, tío - dijo en acento español y sonrió - ¿que le hiciste? Parece una fiera.

- Después de tanto tiempo sin vernos y decides hablar de mi secretaria - ruedo los ojos.

- ese gesto no es de Nathan Smith - señaló. Elizabeth me lo pego.

   Y hablando de ella, necesitábamos hablar.

- justo tenía que irme - digo.

- ¿Tan pronto?¿es tan importante como para dejar tu trabajo tirado? - pregunto.

   La verdad es que si me conoce mucho.

- Bueno... iré por mi prometida - casi susurró.

- ¿que? - me miro interrogante, como si fuera otra broma - ¡¿Nathan Smith se va casar?! ¡Dios! Se va a acabar el mundo.

- cállate.

- esa persona te cambio por completo, es que... pobre chica, me imagino todo lo que te tiene que soportar.

- o yo a ella - dije - vamos, te llevaré a mi casa, Rosita estará feliz de verte.

- Oh, Rosita - dijo con ternura y salimos del edificio.

(...)

   La campana que anuncia la siguiente hora de clases suena y todos los universitarios empiezan a salir. Pero mi mirada busca una cabellera rubia y piel blanca papel.

- ¿buscas a Elizabeth? - pregunto una voz femenina detrás mio, me giro y veo la roja cabellera de su amiga, jazmin.

- Ah, hola, si - respondo.

- Bien, pues estás de suerte, ahí viene - miro detrás mio y yo seguí su mirada.

   Cuando su mirada se fijo en mi se paralizó y luego dio la vuelta y empezó a caminar en sentido contrario al nuestro.

La DeudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora