CAPÍTULO 24

1.8K 93 8
                                    

Elizabeth...

Ahí estaba mi padre, en un lugar donde todos deseaban verlo, la morgue.

Pálido, labios resecos, ojos cerrados.
¿cómo pensar que alguien quien te hizo daño estando vivo, también lo hizo cuando murió?

Puede que fuera un mal hombre, pero era mi padre, apesar de todo lo que hizo con nosotras no podía evitar sentir tristeza y felicidad a la vez.

Por él mi madre estaba muerta, por él mi hermana había sufrido demasiado, estuvo a punto de suicidarse muchas veces, él nos vendió y se olvidó que nosotras lo único que hacíamos era creer en él y pensar que éramos una familia sana y feliz, y justo cuando creimos ser felices se encargó de abrirnos los ojos a la realidad, se encargó de meternos en un mundo donde no queríamos pertenecer y ahora estamos aquí y él dejo de existir.

Bueno, dejo de existir cuando él decidió que nosotras éramos su mercancía, como cualquier chica, menos como sus hijas.

- Señorita, ¿nos acompaña a firmar algunos papeles? - me limpie algunas lagrimas y sonreí.

- Claro - salimos de la habitación.

(...)

Lleve algunos trabajos a la Universidad y llegue al hospital para ver como estaba mi hermana.

Resulta que no sólo tenía nuevos traumas mentales sino también algunos golpes en su cuerpo.

- ¿cómo está? - le pregunté a Ethan.

- No quiere hablar con nadie.

- ¿Como?¿han venido a interrigarla? - camino apresuradamente hasta su habitación y justo salia la señora encargada del caso de mi padre - ¿que cree que hace? - hable entre dientes.

- Bueno, mi trabajo - me miro obvia.

- yo se que necesita respuestas sobre la muerte de mi padre, pero entienda que mi hermana no está para eso en estos momentos, sino le recuerdo ella acaba de salir de ver como mataban a nuestro padre - informó - no está en condiciones de hablar con nadie, sino quizo hacerlo conmigo, menos lo hará con usted - mi tono se elevó un poco.

- le repito, sólo hago mi trabajo - hablo un poco impaciente.

- ¿No debería estar buscando respuestas en la escena del crimen? - me crucé de manos y eleve una ceja.

- Si, pero no hay ninguna huella en el arma homicida - saco una libreta - Ya que usted conocía más a su padre...

- Hasta hace poco me enteré que era un hombre lleno de mentiras y oscuros secretos.

- Bien, ¿podría decirme quien odiaba tanto a su padre como para hacerle daño?

- Bien pues... creo que le tocará comprarse otra libreta - me mordi el labio.

- Ah, bien - me miraba un poco atónita - ya que su padre tenía tantos enemigos por sus malas decisiones, ¿conoce alguien con quien él tuviera más contacto?

- No sabría decirle, él tenia... - paré y la mire con los ojos muy abiertos, ella me miro interrogante - Gre-gregory Smith.

(...)

   Ahí en esa fría y blanca habitacion, Se encontraba mi hermana, llena de máquinas y agujas, con sus ojos cerrados y labios en una línea recta tan rosados como siempre..

   Suspire.
Tome su mano y le di un beso.

- No sabes cuanto lamento todo eso - mi voz se rompió - como quisiera que sólo fuera un simple pesadilla - tome una aire - extraño ver a la Zoé que siempre levantaba mis ánimos para momentos como estos, pero ha llegado mi turno de ser la hermana fuerte, la que siempre debí ser - hable con rabia por mi misma, limpie mis lagrimas y me levante.

   Por la mente no para de darme vueltas las veces que ella me necesito y yo sólo pensé en mi bien, en mi futuro, pero no en ella, no en mi propia hermana.

   La persona que más necesitaba y fue la que más descuide, ahora se encontraba hundiéndose poco a poco en traumas que no estarían si yo hubiera estado ahí para ella. Pero no estuve y ahora tengo que repararlo.

   La mire por última vez y salí de la habitación.

- Te traje un poco de café - dijo Ethan.

- gracias - sonreí - me dijeron que no puedo quedarme aquí por mis condiciones, tú... ¿podrías hacerlo? Vendré temprano.

- No tienes que pedirmelo - apretó mi hombro y entro a la habitación.

   Se sentó a su lado y tomo su mano, dedicándole algunas palabras que no lograba escuchar, pero seguro eran con amor.

   Mi hermana estaba segura con él.
Sali del hospital y me encontré a Antonio.
Puse mala cara y seguí mi camino.

- oye, oye, espera - agarró mi brazo y cuando lo mire mal lo soltó - lamento lo de ayer, ¿si?

- mientras no lo vuelvas a hacer - arrugue mi nariz.

- mientras no quieras - dijo coqueto.

- ¡Ey! - lo señalé con mi dedo - soy la prometida de tu mejor amigo, deberías aprender a respetar.

- Bueno, Nathan y yo compartíamos todo - abrí mucho mis ojos.

- ¿hasta las mujeres? - hice una mueca y el asintió - enserio no pensé que fueran más idiotas - sonreí a boca cerrada.

- ¿crees que será diferente contigo?

- ¿que crees que dices? - lo mire sería - ¿también han compartido esposa? - eleve una ceja.

- Bueno no, pero suena bien - sonrió de lado y yo frunci las cejas.

- Estas muy equivocado con esta mujer. Nathan y yo estamos comprometidos, nos amamos, ¿entiendes?

- si él desea tanto estar contigo, ¿por qué mantiene más en el trabajo que en casa? - sonrió cuando vio mi cara de tristeza - Conozco tan bien a Nathan que se que sólo intenta engañar a su corazón para no sentir que fue vendido por su propio padre a una mujer como tú.

- ¿cómo es una mujer como yo? - me acerqué mas.

- Una oportunista - le metí una cachetada.

- no te vuelvas a meter conmigo, Antonio - hice como su acomodara su corbata - tú no me conoces - lo mire a los ojos, le sonreí y me fui.

No siempre somos lo que aparentamos.

Esa frase va dedicada para el siguiente capitulo uwu bais.

La DeudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora