CAPÍTULO 12

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Nathan...

   Había quedado con Antonio para ponernos al día con muchas cosas y decidimos salir a un bar.

- así que te dio por casarte con ella - concluyó - ¿que te hizo? Este Nathan es muy diferente al de hace un año.

- todos cambiamos - dije cansado de esto, llevo sólo tres tragos encima y ya siento que pierdo el sentido.

- pues el Nathan de antes era muy difícil de hacerlo cambiar de opinión - me mira con atención.

- Bien ya dejemos de hablar de mi como si fuera otra persona - pido otro trago - ¿has tenido alguna chica por allá?

- La verdad es que si - sonrió para si mismo, el bartman trajo otros dos tragos y los tomamos de una al mismo tiempo - tuve una chica muy interesante, no sabes como la extraño.

- definitivamente las personas cambian - reímos.

(...)

   No se cuanto llevaba en este lugar, pero hubo un momento en el que Antonio recibió una llamada y me insistió en que nos fuéramos ya, Pero decidi quedarme un poco más.

   Saque mi  celular y marque el número de Elizabeth.

- ¿quien? - su voz sale un poco ronca. Estaba dormida - ¿Nathan? - dice luego de unos segundos.

- Si... - alargó y me rio un poco.

- ¿dónde estas? - pregunta - pense que ya habías llegado.

- No... - susurre.

- ¿dónde estas?¿estas borracho?

- oh, que bruja eres - me reí.

- no estoy jugando, no puedes manejar asi, dime donde estas - suena un poco preocupada.

- ¿por qué tan preocupada?

- vamos, sólo dime - dice, ya cansada.

   Luego de unos segundos, le doy la dirección y ella cuelga.

- Señor - dice una de las meseras llamando mi atención - ya vamos a cerrar, necesitamos que salga - Me sonríe amable.

- Ya... - me levanto, pero me tambaleo haciendo que casi caiga, la chica me agarra y yo rio - estoy bien, estoy bien.

   Ella me ayuda hasta la salida y puedo ver a Elizabeth llegar en un taxi.

- ¿sabes que son casi las tres de la mañana? - me pregunta ella acercándose a mi - ya mereces un niño que te tienen que venir a recoger.

- no te dije que vinieras por  mi - hipo - tu viniste porque querías.

- ¡Ay, Si!¡no sabes como me encanta salir a las tres de la mañana por ti! - rueda los ojos y me entiende la mano - las llaves.

- de ninguna manera manejaras mi auto - ella empieza a buscar en mis bolsillos y yo la agarró de las muñecas, ella sube su mirada y quedamos tan cerca que podría besarla.

- hoy será una excepción - susurra en mi labios y se aleja, agitando las llaves en el aire.

   Me río y voy detrás de ella, justo cuando llega al auto la agarró de la cintura y roso mis labios por su cuello.

- quiero hacerte mía, denuevo - susurró en su oído y muerdo el lóbulo de su oreja.

- Nathan... - suspira - deja de jugar.

- no estoy jugando.

   Ella se suelta y entra en el asiento del conductor.

- debes ir a casa, quitarte ese olor y dormir - rodeó el auto y entro - primero lleguemos a casa a  salvo.

La DeudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora