CAPÍTULO 02

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Elizabeth...

   Luego de un largo camino por las calles de los Ángeles, encerrada en un coche junto a Nathan en completo silencio, llegamos a nuestro destino.

   El coche paro y Nathan se bajo, abrí la puerta y baje. El me miro tan serio que fruncí el ceño.

- no vuelvas a hacer eso - dijo de repente.

- ¿Qué cosa? - dije, aún con el ceño fruncido.

- Debes esperar a que yo te abra la puerta - indicó y se fue al maletero del coche.

- a pesar de que me vaya a casar con un completo desconocido, osea usted, no voy a dejar de ser independiente - aclare.

   Asomo su cabeza y alzó una ceja.

- si, así que mañana iré por MI coche a MI casa para ir a MI Universidad - esta bien, remarque mucho los mi - o ¿también tengo que depender de usted para eso?

- Pues que adivina eres - volvió al maletero y empezó a bajar mis maletas - además vendí tu coche.

- ¡¿Que?! - grite y me acerqué peligrosamente - ¡¿que hiciste que?!¡¿cómo te atreves a hacer eso?!

- simple, no lo necesitas - cerró el maletero - Albert te llevará a la Universidad.

- ni siquiera se quien es Albert y quiero mi coche para mañana - me crucé de brazos.

   Se lamió los labios y se acercó hasta quedar a unos centímetros.

- ¿estas sorda? Lo vendí - imitó mi acción y chasqueo la lengua antes de irse.

- ¿No me ayudarás a entrar las maletas? - pregunte.

   El se giró y sonrió incrédulo.

- ¿No que eras independiente? Creo que también puedes subir tus maletas sola - me guiño un ojo y entro a la casa.

   Abrí la boca para gritarle, Pero la volví a cerrar. Suspire y me agache a levantarlas.

- no lo mates, Elizabeth - susurre para mi.

- ¿necesita ayudar, señorita? - una voz profunda me hizo saltar del susto y me Di la vuelta para encontrarme con un señor de unos cincuenta, con algunos cabellos blancos por los años y bien peinado hacia atrás, vestido con un traje de pingüino y sonrisa amable.

- este... si - me paré derecha y el se agachó para recogerlas con tanta facilidad y llevarlas dentro - ¿me puede ayudar a... subirlas? - Asintió y empezó a subir - gracias.

- veo que no pudiste sola - se burló Nathan bajando las escaleras.

- me encontré un verdadero caballero.

- hace poco me viste y ¿ya alucinas con esta perfección? - se posicionó frente a mi.

- ya quisieras - bufe antes de pasar por su lado y subir las escaleras.

- ¡llegaron! - dijo la voz de una mujer, antes de salir y parase en el marco de la puerta, mientras se limpiaba sus manos con un trapo - ¿tu debes ser Elizabeth?

   Asentí.

- así es... ¿y usted es..?

- Rosalba, pero me puedes decir Rosita - dijo amable y sonreí - así me dicen de cariño.

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