Elizabeth...
Luego de un largo camino por las calles de los Ángeles, encerrada en un coche junto a Nathan en completo silencio, llegamos a nuestro destino.
El coche paro y Nathan se bajo, abrí la puerta y baje. El me miro tan serio que fruncí el ceño.
- no vuelvas a hacer eso - dijo de repente.
- ¿Qué cosa? - dije, aún con el ceño fruncido.
- Debes esperar a que yo te abra la puerta - indicó y se fue al maletero del coche.
- a pesar de que me vaya a casar con un completo desconocido, osea usted, no voy a dejar de ser independiente - aclare.
Asomo su cabeza y alzó una ceja.
- si, así que mañana iré por MI coche a MI casa para ir a MI Universidad - esta bien, remarque mucho los mi - o ¿también tengo que depender de usted para eso?
- Pues que adivina eres - volvió al maletero y empezó a bajar mis maletas - además vendí tu coche.
- ¡¿Que?! - grite y me acerqué peligrosamente - ¡¿que hiciste que?!¡¿cómo te atreves a hacer eso?!
- simple, no lo necesitas - cerró el maletero - Albert te llevará a la Universidad.
- ni siquiera se quien es Albert y quiero mi coche para mañana - me crucé de brazos.
Se lamió los labios y se acercó hasta quedar a unos centímetros.
- ¿estas sorda? Lo vendí - imitó mi acción y chasqueo la lengua antes de irse.
- ¿No me ayudarás a entrar las maletas? - pregunte.
El se giró y sonrió incrédulo.
- ¿No que eras independiente? Creo que también puedes subir tus maletas sola - me guiño un ojo y entro a la casa.
Abrí la boca para gritarle, Pero la volví a cerrar. Suspire y me agache a levantarlas.
- no lo mates, Elizabeth - susurre para mi.
- ¿necesita ayudar, señorita? - una voz profunda me hizo saltar del susto y me Di la vuelta para encontrarme con un señor de unos cincuenta, con algunos cabellos blancos por los años y bien peinado hacia atrás, vestido con un traje de pingüino y sonrisa amable.
- este... si - me paré derecha y el se agachó para recogerlas con tanta facilidad y llevarlas dentro - ¿me puede ayudar a... subirlas? - Asintió y empezó a subir - gracias.
- veo que no pudiste sola - se burló Nathan bajando las escaleras.
- me encontré un verdadero caballero.
- hace poco me viste y ¿ya alucinas con esta perfección? - se posicionó frente a mi.
- ya quisieras - bufe antes de pasar por su lado y subir las escaleras.
- ¡llegaron! - dijo la voz de una mujer, antes de salir y parase en el marco de la puerta, mientras se limpiaba sus manos con un trapo - ¿tu debes ser Elizabeth?
Asentí.
- así es... ¿y usted es..?
- Rosalba, pero me puedes decir Rosita - dijo amable y sonreí - así me dicen de cariño.
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La Deuda
RandomElizabeth Johnson se verá obligada a pagar la deuda que tiene su padre con uno de los mafiosos más peligrosos del país. De ella depende la vida de su padre, hermana e incluso la de ella. - ¿en qué consiste el trato? - le pregunto a mi padre. - deber...