Trece.

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Capítulo trece:

Valentín.

Abrí los ojos cuando mi cuerpo se llenó de frio, mi cabeza se partía a la mitad y toda mi garganta estaba hecha pedazos, pestañee varias veces intentando acostumbrarme a la luz del sol que entraba por la ventana de una pieza desconocida, empecé a ver con cuidado todo y abrí los ojos medio asustado cuando me acordé de todo lo de anoche.

Que vergüenza Dios.

Me senté en la cama buscando a Venus y al darme cuenta que no estaba acomode mi pelo nervioso, recordando todo lo que le había dicho ayer, sentí mis mejillas arder y entré en una especie de desesperación al recordar todo, necesitaba ir a mi casa y pensar en esos besos que le había dado a Venus, ¿De dónde los saqué?, ni siquiera me reconocía. Me quedé sentado en la cama recalculando todo y largue un suspiró.

Que pedazo de virgen soy.

Cuando iba a pararme de la cama para vestirme y salir de ahí, la puerta se abrió, dejándome ver a Venus con el pelo despeinado y un vaso con algo en la mano, tragué saliva cuando me miró y sonrió divertida.

— Buen día quebrado, ¿Cómo amaneciste?—Preguntó subiendo una ceja y empezando a caminar para la cama, se sentó mirándome y río un poco.

— Se me mueve todo.—Hablé en un tono bajo, no podía exigir mucho mi voz, sentía que se iba a quebrar, además me re molestaba la cabeza como para hablar fuerte, se río y asintió agarrándome de las mejillas y dándome un beso en la frente.

Sonreí con el corazón latiendo a mil y también le dejé un beso en la mejilla antes de que se separe, me miró algo sorprendida pero de igual forma sonrió.

— Te traje una pastilla para la resaca.—Habló dandome lo que tenía en la mano, la agarré recibiendo también el vaso de agua y me la tomé de una, me re dolía la cabeza y quería morir.

— Gracias Venus.—Dije acomodando mi pelo, estaba un poco nervioso y no quería que saque el tema de anoche, porque si llegaba a decir algo me iba a morir de la vergüenza.

Y no es que lo que dije e hice fuera mentira, lo más frustrante era que si sentía eso, y siempre se lo quise decir pero por culpa de mi vergüenza y timidez nunca se lo dije, pasé mis manos por mi cara frustrado y pegué un suspiro, no entendía porqué tenía que ser así.

— Creo que me tengo que ir.—Hablé abriendo los ojos, negó con la cabeza e hizo un puchero que me volvió loco, a esta altura Venus ya me tenía loco.

— No, quédate y durmanos un ratito mas.—Pidió acomodándose entre las frazadas, al ver que yo seguía sentado en la cama y apoyado ahí mientras intentaba pensar, ella se trepó arriba mio hasta sentarse en mis piernas y sonrió.—Dale Valen.

Tragué saliva nervioso y animandome a hacer algo, tomé su cintura con mis manos, mis mejillas ardían y estaba a punto de morirme, me agarró de las mejillas y dejó un beso en mi nariz, mirándome con una sonrisa.

— ¿Te quedas?—Susurró pegando nuestras frentes, asenti con la cabeza rápido y moje mis labios, tenía tantas ganas de besarla y decirle que me causaba cosas, pero no me animaba.

Me daba miedo, miedo a que vuelva a pasar lo mismo.

— No puedo verte así ahora y pensar en lo zarpado que estabas anoche.—Se río un poquitito, y ahí estaba, había sacado el tema que yo quería evitar, cerré los ojos con fuerza y tiré mi cabeza para atrás así no veía mi cara roja.

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