Veinte.

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Veinte:

Venus.                                   Maratón 2|3

Pasó por al frente de mi casa, lo vi, como este último mes, iba al colegio y volvía, a la misma hora de siempre pasaba y a la misma hora de siempre volvía, como una rutina, y es que se me había hecho una rutina mirarlo, me sentía tan mal desde que no lo veía que me daba vergüenza escribirle, sabía que la había cagado.

Y me quería cortar la chota que no tengo.

Siempre fui una pelotuda, pero ahora que lo veía desde lejos y entendí todo lo que siento por él, soy una pelotuda con ganas de morir.

Eran las cinco de la tarde cuando me empezaron a golpear la puerta, interrumpidome de mi tarea de la universidad, igual no me enojé, porque no entendía un pingo. Me paré de la silla y empecé a caminar hasta la entrada, abriendo la puerta sin preguntar antes quien era, y unos ojos azules me sacaron una sonrisa.

Oliva.

Pero no Valentín, Manuel estaba parado en frente de la puerta mirándome con cara de pocos amigos, subí las cejas y abrí la boca para hablar, pero él me interrumpió.

— Valentín tiene novia.—Dijo sin saludar, frunci el ceño sin entender y cuando entendí las palabras, mi corazón se detuvo por unos segundos, y cuando volvió, empezó a latir despacio, con ganas de no querer hacerlo.

— ¿Qué?—Fue lo único que pude pronunciar, sentí mi cara helada, y la punta de mis dedos también.

No puede ser, ¿Valentín? ¿Una novia? ¿Valentín?

— Valentín tiene novia y lo lleva por mal camino.—Habló llevándose las manos a su pelo y tiroñandolo con impaciencia, me quedé mirando un punto fijo, con un pequeño dolor en el pecho.

Lo hice pasar rápido y cerré de un portazo, lo quedé mirando con los ojos fijos buscando algún rastro de broma en sus ojos, pero no, lo único que encontré fue preocupación y una mueca rara en su cara, largue un suspiro profundo y negué otra vez con la cabeza, pateé una caja que había ahí con rabia y después de un ratito me agache para acomodarla otra vez.

No, respira, calmate, y que no te duela, vos la cagaste, ahora te la bancas como una campeona Venus.

— ¡¿Cómo que por mal camino?! ¡¿Novia?!—Grité tapándome la cara, sentía un nudo en la garganta y tenía ganas de tirarme al piso y patalear como una maricona.

— ¡Si! Y no sé que hacer... está cambiando, esta raro, ya ni nos habla y ahora fuma ¡Valentín fuma! Y ojo, no es cigarrillo, fuma ¡FASO!—Gritó empezando a caminar por todos lados, empecé a alterarme igual que él y negué desesperadamente con la cabeza.—Se hizo algo en el pelo, se tiño, es... está, no sé que le pasa ¡Ayudame! El hijo de puta no me cuenta nada y encima se escapa de la casa a la noche y piensa que no me doy cuenta, se va con esa... con esa robadora de hermanos menores.—Habló rápido.

Me miró dejando de caminar y con sus manos en la nuca, mirándome preocupado.

— Vos también fumas faso estúpido.

— Si pero prefiero a que lo haga conmigo o con vos a que con esa loca, se re pasa a veces, sabe andar re perdido y con los ojos re idos, ayudame ¡Dale Venus es tu culpa!—Me señalo con el ceño fruncido.

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