Veintisiete.

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Veintisiete:

Venus.

— Esa dejala allá.—Le pedí a Valen viendo como me miraba con la caja grande en su mano, me hizo caso y fue hasta mi sillón y lo dejó ahí, mirando todas las cajas que estaban esparcidas en mi nuevo departamento.

Me había mudado sola, me quedaba mas cerca de la universidad y ahora podía empezar a trabajar, algo de medio tiempo para pagarme yo sola las cosas. Valentín me ayudó con todo.

Y me ponía feliz saber que después de tres meses desde que comenzó el año, nosotros nos empezamos a ver de nuevo, no como algo de novios, pero como amigos y nada mas que eso.
Además, él supuestamente seguía teniendo novia y me hacía mal verlos pasar de la mano por en frente de mi casa.

Bueno eso de soltar no se me daba muy bien.

— ¿Y ahora?—Preguntó acercándose a mi con una sonrisa, sonreí también y acerqué mis manos a su pelo para acomodarlo, estaba despeinado y yo me moría por decirle que por favor me bese.

Frunci el ceño pensando e hice un puchero inconsciente.

— ¿Te quedas? Podemos cocinar algo, voy a estar re sola.—Hablé sonriendo, me miró a los ojos pensándolo un poco y asintió con la cabeza.

Me tomó de la cintura y me asujeto para abrazarme, sonrió pegando nuestros cuerpos. Cerré los ojos disfrutando de su cálido cuerpo, bueno, los abrazos ahora no eran muy seguidos y cuando nos abrazábamos intentaba disfrutarlo mucho, olía su perfume hasta que me quedaba impregnado en la nariz.

— Felicitaciones Venus.—Habló despacito, me reí y lo abracé más, separándome con todas las fuerzas del mundo, lo miré y dejé un beso en su mejilla con algo de vergüenza.

No podía ser que ahora de inviertan los papeles, yo era la tímida y Valen, bueno Valen era solamente él.

— Podes venir cuando quieras, yo te voy a esperar siempre.—Hablé acomodando mi pelo, me di vuelta sin esperar una respuesta y me sentí una estúpida, yo te voy a esperar siempre, Dios eso si había sido con doble sentido.

Aunque sabía que todavía me seguía encantando.

— Bueno voy a preparar algo.—Dije, miré la hora en mi celu y me metí a la cocina, suspirando.

¿Cuando mierda iba a soltar a Valentín? Yo creo que a este paso, nunca.

— Mejor pidamos algo, es re tarde.—Dijo asustandome atrás mío, pegué un salto y me giré a verlo mal.—Perdón.—Se río tapándose la boca.—No soy tan feo.

— No sos feo.—Asegure, y quise agregar que era hermoso, y que lo quería llenar de besos.

Me sonrió y ladeo su cabeza subiendo una ceja, poniéndome roja. Largó una risa cuando me vio así y apretó mis mejillas, bajé la mirada y mordí mi labio.

— ¿Ah no soy feo?—Me pregunto, agarrándo mi cintura y en un abrir y cerrar de ojos me subió a la mesada, quedándose entre mis piernas y apoyando sus manos al costado de mi cintura, en la mesada.

Aclaré mi garganta cuando se me fue el aire y apreté mis labios cuando empezaron a picar, estaba cerca, muy cerca y me ponía nerviosa.

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