Treinta y cinco.

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Treinta y cinco:

Venus.                                      Maratón 3|3

Caminé por todo el patio, viendo a la cantidad de gente que se encontraba ahí metida, largue un suspiro cuando vi venir a mi tía a saludarme y traté de poner mi mejor sonrisa, se acercó y me llenó la cara de besos, dejándome la nariz llena de ese olor a perfume amargo que siempre traía, reí un poco por mi propio pensamiento y la saludé también.

Se quedó hablando un rato conmigo, diciendo lo complicado que estaba Cristián, mi primo, había entrado a la etapa adolescente y era un dolor de cabeza según ella. Me quise reír un poco, Cristián era re piola, no sé que le ven de malo, es como la oveja negra de la família.

Estábamos en una boda. Mi Tío se casaba hoy y tuvimos que ir todos los familiares a presenciar ese acto, después de eso fuimos a el lugar que habían alquilado, un patio lleno de comida, luces colgadas por arriba, la decoración estaba linda, pero los mosquitos insoportables, y me quería matar.

— Voy un rato al baño.—Avisé dándole una sonrisa, asintió con la cabeza diciendo un par de cosas más y yo casi que corrí, me metí adentro agarrando mi celular y entré para escribirle a Valentín.

«eu valeeen

Escribí esperando a que me responda, me miré un poco en el espejo para ver si no se me había corrido un poco el rimel, y cuando sonó el celular abrí su mensaje rápido.

«ke pasa amor»

Mandó, y sonreí como estúpida, estaba todo mejor, Valentín parecía estar bien, sonreía a cada rato cuando estábamos juntos, sus ojitos brillaban y amaba verlo así, era verdad ese dicho, después de la tormenta viene la calma y era así, ahora era todo tan lindo que no sabía como expresarlo.

Ah, y habiamos empezado terapia, eso ayudó bastante, había días malos en donde a veces Valentín no quería hablar y se sentía enojado, o al revés, en donde yo me sentía enojada. Pero también había buenos, en donde todo era mas tierno de lo normal y se podía respirar el amor a bocados, normalmente eran más los días buenos que malos hace ya semanas.

El tono de llamada de mi celular hizo que dejé de pensar, atendí rápido al ver que Valentín me llamaba y sonreí contenta.

— Hey.

— ¿Todo bien amor?—Preguntó del otro lado, algo preocupado, me derretía cada vez que me llamaba así, hace semanas empezó a usar ese apodo, y era raro porque habíamos aclarado que no besos ni nada hasta que tengamos algo claro.

Pero a él parecía encantarle llamarme así, y no me podía quejar. Me volvía loca escuchar eso de él.

— Estoy que me corto una teta. Esta todo re muerto.—Me quejé apoyandome en la mesada, escuché su risa y sonreí por inercia.

— Noo la teta no.—Habló divertido, solté una carcajada y me reí otro poco cuando soltó un la necesito, que me hizo reír.—¿Querés que te pase a buscar? Estoy al pedo y tengo ganas de verte.—Murmuró lo último.

Mordí el interior de mi mejilla y apreté mi mano para que mi estúpido y dominado corazón deje de latir tan fuerte. Nunca había podido controlar eso, y no creo que lo pueda hacer nunca, era algo involuntario.

Amor y odio tenía por esas reacciones, amaba sentir esto por Valentín, pero odiaba no poder controlarlo.

— Si dale, te mandó la dirección por warap.—Hablé sonriendo un poco, escuché su risita del otro lado y cerré los ojos.—Te espero afuera.

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