Alex Parker es un adolescente mujeriego con una lista larga de novias que ha tenido por apuestas, ninguna chica se le ha podido escapar de sus encantos y nunca una de sus apuestas ha sido lo suficientemente complicada como para llevarla a cabo. A ex...
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Alex
Mi cara se sentía más adolorida que en la noche, estaba recostado de lado contrario al que dormí, me volteo para ver la bella cara adormecida de Ximena pero ella no estaba más recostada si no sentada dándome la espalda.
Me senté en la cama al igual que ella, quería tallar mis ojos pero sería un fuerte dolor para mí así que descarte esa opción.
Toco su hombro, ella se sobresalta y se levanta rápidamente de la cama. Está enojada y confundida y no me resulta extraño en este punto.
—Hola— la saludo.
— ¿Qué te paso en la cara? —pregunta
Le hubiera explicado todo lo que paso anoche, pero en vez de quedar como su héroe me hubiera dicho que ella podía haberse defendido sola, así que solo me encogí de hombros y me puse los zapatos.
— ¿Tuvimos Sexo? — pregunta con descaro.
—No.
— ¿Por qué estábamos durmiendo en esta habitación juntos?
—Te emborrachaste y te estabas a punto de caer, así que te cargue y te deje aquí y perdón, me quede dormido a tu lado.
—Ah bueno.
Se coloca los zapatos y sale de la habitación sin decir nada más. Pienso en bañarme pero también descarto esa idea por el ardor que me causara el agua en el ojo morado, mejor debería de ir a ver a Shane y averiguar cómo siguió tras esa pelea.
Shane y Juan están envueltos en una manta de osos color rosas en el sofá bebiéndose un chocolate caliente que les preparo seguramente Gaby. Sigue haciendo frio y es horrible por que no traigo ninguna sudadera para cubrirme de el.
— ¡Hola bello durmiente! Tu princesa ya se fue— dice Shane.
No parece herido, ni tampoco con resaca. Camino hasta ellos y cuando observan como tengo el ojo y los labios lastimados se horrorizan y corren por el botiquín de primeros auxilios para encargarse ellos mismos curarme.
— ¿Por qué estabas con Ximena en una habitación? ¿Por qué princesa?— pregunta Gabriela, sobresalta cuando una idea pasa por su cabeza —¡Ay Dios! ¡Te gusta!
Trato de bajar la mirada pero Juan me dio un manotazo en el hombro para que la mantuviera firme y curar mis heridas. No quiero contarle esto, ni a ella ni a los otros dos. Pero podrían ayudarme, Gaby es mujer, puede entender este rollo, quiero saber cómo sobrellevarlo y es bueno tener a tu alrededor a personas en las que puedas confiar y contar, ellos merecen saber esto.
—Bien— suspiro —Tenían razón todos, Ximena me gusta, de alguna manera creo que me empezó a gustar.
Juan estira la palma de su mano hasta Shane y a Gaby donde ponen cada uno un billete de diez dólares en la mano.
