Capitulo Cuarenta y Tres

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No tengo la cuenta de cuantas veces llore esa noche, literalmente hubo momentos en que los sollozos se me salían y debía de morder una almohada para no ser escuchado. No tuve relacion con nadie todo ese fin de semana que está calificado como uno de los peores en los que he estado; es que solo imagínalo. Estás enamorado de alguien que piensas que ha venido a cambiar tu mundo, que te hace feliz, que te vuelve completamente loco y te deja esas estúpidas sonrisas tontas y que incluso, te ha hecho querer cambiar para estar bien, incluyendo que puede que lo hayas logrado.

Y así, de la nada, te enteras de que esa persona es completamente diferente a lo que piensas. No intento justificarme, puede que suene mucho de esa manera pero soy consciente de que yo no soy el ángel de la historia; aposte por ella, dos veces, me burlaba de su físico sin pensar en los traumas que le podría traer. Acepto la responsabilidad de la culpa, pero aunque duela, no se compara al hecho de que planifico como hacer que su tía se ligara a mi padre por pura venganza; es un hecho que no solo fue conmigo. Andrew también lo sufrió, ella ni siquiera pensó en que Andrew y yo maduraríamos, creceríamos y al igual que ella, por lo tanto, conoceríamos a más personas que se enamorarían de nosotros.

Pero, claramente no lo pensó. Ni siquiera se le ocurrió mencionarlo cuando empezábamos la relacion; estuvo ahí apoyándome cuando le contaba cómo me sentía respecto a mi padre y lo único que hiso fue fingir que todo no era su puta culpa. Realmente esto me pone bastante enojado, por unos segundos pensarlo me hace sentir un impulso inexplicable de hablarle y decirle un montón de cosas hirientes que en realidad no me gustaría decirle; mientras que mi lado razonable y melancólico solo se dedican a llorar y a arrepentirse de existir.

— ¿Alex? —habla mi madre tocando la puerta desde el otro lado. — ¿Estas despierto?

Por obvias razones ni siquiera respondo, lo que hago es cubrirme por completo con las cobijas y morder aún más la almohada.

—Entrare —avisa.

Mierda no. No quiero que entre, mis ojos están tan hinchados que ella se dará cuenta por completo que he estado llorando, eso la preocupara y hará que inicie con su interrogatorio insistente y cansado sobre que me sucede.

Al escuchar la puerta de mi habitación abrirse me esfuerzo por mantener los ojos cerrados, la escucho suspirar agotada y la siento sentarse a un lado de mí, sus manos suaves y tranquilizadoras tocan mi cabello.

—Sé que no estás dormido —dice.

No respondo.

— ¿Qué sucede mi niño? —susurra, aun tocándome el cabello.

Maldita sea. Estar demasiado sensible y escucharla hablar de esa manera como cuando tenía ocho años y nada de preocupaciones me hace querer llorar aún más.

—Ya sé que casi eres un viejo y no quieres que te hable así —ríe tranquilamente. —Pero sé que estas mal, Maddi te ha escuchado llorar y yo también. Y si no quieres no me lo cuentes, pero creo que te vendría bien hablar con tu madre.

Finalmente me levanto de la cama sentándome en esta, mi madre me mira a los ojos pensativa y claramente hace presencia de mis ojos húmedos, hinchados y de los golpes que mantengo.

—Termine con Ximena —digo, conteniendo mis lágrimas porque incluso mencionarlo me hace querer llorar. 

— ¿Quieres contarme? —inquirió mi madre.

Me quede en silencio.

—Okey —suspiró, estaba consciente de que yo no hablaría del tema. —Solo quiero que entiendas que no soy ninguna extraña, quizás pienses en ocasiones que estoy media loca, tu y yo sabemos que todo lo que hago es solo para ti y por tu bien.

Mi precioso ex©༯✰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora