Capitulo Veinticinco

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Alex

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Alex

Conduzco hasta aquel lugar especial y melancólico, lleno de vagos recuerdos y ocultando falsas promesas que fueron realizadas justo ahí. Me estación frente al muelle con el agua del lago moviéndose hacia el este , mayormente hay gente dentro del agua queriéndose dar un chapuzón pero ahora está solo y es entendible porque el clima está en veinte grados, aunque no está demasiado frio tampoco está demasiado cálido.

—¿Este es tu lugar secreto?—examina el lago con una sonrisa —Que cliché.

—Te estas refiriendo a que mi lugar secreto es malo.

—No dramático. Me refiero a que siempre pasa esto en muchas películas que veo o en libros, y no se, es cliché.

—Esto no es una película. No pude cambiar de lugar. Este es el bueno.

— ¿Así? ¿Por qué? —pregunta.

—Te lo voy a explicar, pero dentro del agua.

—Estás loco.

—No lo estoy

—Sí, lo estas, estamos a veinte grados. Un loco se metería al agua con veinte grados.

—Bueno. Entonces si estoy loco. —me encogo de hombros, me pongo de espaldas y me aviento hasta el agua, afortunadamente me había dejado el short negro del entrenamiento, no me hubiese metido al agua con algunos jeans. Se arruinarían por completo.

El agua que salpica después de mi chapuzón le cae hacia la falda de Ximena, se levanta con rapidez y se la quita para no mojarla más de lo que ya está, dejando a la vista un short corto  color negro.

—Aprovechando de que ya está mojada de la cara deberías de meterte —le grito desde adentro del agua.

— ¿Qué recibiré a cambio?

—Una explicación.

Pone los ojos en blanco riendo. Camina hasta la punta del muelle y se sienta mirándome hacia abajo. Nado desde mi punto hasta a ella, los rizos le están volando por todas direcciones debido al fuerte viento de otoño.

Rápidamente tomo sus pies y la jalo hasta adentro del agua. No puedo evitar estallar en risas cuando sale de la profundidad con los ojos apretados y escupiendo el agua de la boca.

— ¡Esta fría! ¡Esta fría! —Se queja —Esto es tu culpa— me hecha un montón de agua con las manos.

—Te conviene. Deja de ser amargada. —también le salpico agua con las manos.

—Está bien. Cuéntame.

—Yo, aprendí a nadar aquí. Todos los días mi padre me traía y el me enseñaba desde los cinco años según recuerdo. Fue cuando, el vínculo especial que teníamos se formó.

Mi precioso ex©༯✰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora