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Mi cabeza pesa

Cuando pude abrir mis ojos vi a un ancianito de sonrisa amigable a mi lado el cual me habló en un idioma que no entendí, de ahí todo quedó negro hasta que desperté verdaderamente

Estoy en una cama enorme de una habitación enorme y muy conocida, mis pensamientos se perdieron por un golpe sordo se escuchó en la gran puerta

—¡Regina ten más cauidado, te dije que no corras!—

Entraron Selene, André y una dolorida Regina, la cual se tomaba la frente, creo que por el mareo de haberse golpeado la cabeza con la puerta se quedó de pie recostada en ella viéndose confundida

—¿Que tonta, cuántos André ves?—

—Dos...—

—Ok, no estás tan mal—

—¿Anna cómo te sientes?—

—Selene—

Sólo pude pronunciar aquello antes de que las lágrimas comenzaran a salir sin parar, la reina tomó mi mano y se sentó en la orilla de la cama

—Shh, tranquila Anna, ya todo paso—

—Yo quería pero...—

—Tranquila ya lo sé todo, quisimos actuar antes pero teníamos miedo de que te hicieran algo—. Suspiró la Reina con algo de pesar

—Anna hermosa juro que tendrán que pasar por mi para que te vuelvan a hacer daño, por cierto el lindo de Leopoldo está dándose un baño, tomó mucha leche—

Habló el Duque acercándose a mí

—Gracias a los dos no tengo palabras para agradecerles—

—Iremos a ver por Leopoldito para que ustedes puedan hablar—

Selene me sonrió y salió de la habitación junto con el Duque, dejándome sola con una algo mareada Regina la cual se sentó como pudo al lado mío

—¿Estás bien?—

—Eso creo, pero aún me dan vuelta las cosas—.Tomó mi mano y la acarició.—Lo siento—

—¿Por qué te disculpas tu?—

—Porque dije que cuidaría de ti y mírate, no pude hacer nada para que ese idiota no te lastimara—

—Fue mi elección—

—Sí ya sé, una muy mala por cierto—

—Lía amenazó con matarte, yo no podía dejar que pase—.Me senté en la cama como pude gracias a tu ayuda

—Te dije que estoy dispuesta a morir para proteger a los que amo—

—Pero yo no estoy dispuesta a verte morir—

Mis lágrimas comenzaron a caer

—Bestiecilla tranquila, no llores más—

—Es que tuve mucho miedo de que algo les pasara y me duele todo lo que te dije pero no podía permitir que te hicieran algo—

—Agradezco tu sacrificio, significa mucho pero no dejare que nadie más te haga daño, eres mía después de todo—

Bajé la mirada avergonzada, cómo se supone le dire ahora que no podemos estar juntas

—¡¿O vamos, ahora qué pasa?!—

Habló la princesa casi que con fastidio mientras giraba los ojos

—No podemos estar juntas—

—Y eso porque...—.Me miraste expectante

—Estoy embarazada por las violaciones de Marcos, pero mi bebé no tiene la culpa por lo que yo voy a tenerlo, no puedo ponerte este peso ni a ti ni a tu familia—

Regina quedó en silencio absoluto por unos minutos mirándome

—Bueno creo que ahora debo confesarte algo yo para que quedemos a mano—.Esa sonrisa es sin dudas un regalo del cielo.—Cuendo estabamos en la fiesta que dio Lía, yo te llevé al balcón y estaba con ganas de tirarme de él por los nervios que tenía—

—¿Por qué estabas tan nerviosa?—

—Porque quería pedirte algo—.Esa cara de duda me hiso sonreir.—Por favor olvidate por cinco segundos de todo, de Lía, de Marcos, de mis padrinos, e incluso del bebé que está en tu vientre ¿Lo puedes hacer?—

—Sí—

Me sonreiste y me mostraste tu cara de duda de nuevo

—Quiero pedirte algo, estiecilla—

—¿Que quieres, mi reina?—

—Quiero que te cases conmigo—

Estoy en shock, ese día ella me estaba por pedir matrimonio

—No aceptaré un "no" como respuesta, te lo advierto—

Sacó de una caja azul un anillo dorado y blanco en forma de corona con un diamante en el medio

—Sí quiero, más que nada en el mundo—

Me abrazaste con una sonrisa reluciente y colocaste el anillo en mi mano

Curiosa CriaturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora