~28~

3.2K 267 30
                                    

—¿Quieres entrar a saludar a Leopoldo?—

—Si, por supuesto—

Gritaste como niña pequeña al recibir la aprobación de su madre para comprar helado de postre, entramos sonriendo al edificio, hablando de cualquier cosa pero en el ascensor se me ocurrió preguntar algo a lo que inconscientemente le vengo dando vueltas

—¿Regina por cierto, como es que tienes mi número?—

—Es un secreto—. Sonreiste y saliste del elevador

—Vamos dime—

—No puedo revelar mi secreto—

Pareces niña de cinco años y yo no puedo parar de reír...

Todo estaba de color y perfume de rosas pero, cuando abrí la puerta de mi departamento vi algo que me hizo arder la sangre, el idiota de Marcos se estaba besando en el medio de mi sala con Sandra su compañera de trabajo, al verme los dos se pusieron de pie y se acomodaron sus ropas

—Anna yo...—

—No te me acerques Marcos, vete de mi departamento ahora—

—Pero Anna yo...—

—Sólo vete por favor y no regreses—

—¡¿Y eso es todo?! Ya no piensas decir nada más—

—¿Y qué quieres que te diga Marcos? Que ya hace mucho sé que se estabas engañando, acaso quieres que te diga que hace mucho sé que ya no te importo, para qué te lo diría si tú ya te estabas diviertiendo—

—Nisiquiera eres lo bastante mujer como para defender a tu hombre, eres una maldita cualquiera—

Levantó la mano y yo solo llegué a cubrir mi cara y cerrar mis ojos, el sonido de una cachetada resonó por toda la sala pero yo no sentía dolor y no me ardía ni molestaba nada

Pues claro que no estaba por dolerme nada...

Cuando abrí los ojos vi que Regina tenía el brazo de Marcos doblado en su espalda y éste suplicaba de dolor, lo sacó a rastras por la puerta y la cerro con llave, sólo quedamos nosotras pues la zorra de la compañera de trabajo de Marcos corrió apenas me vio entrar por la puerta

—¿Profesora está bien?—

Sangre...

—Regina tu rostro—. Tu nariz y tu labio sangran.—Tienes sangre por todos lados—

—No se alarme tanto, siempre he sido fácil para sangrar de la nariz—

—Siéntate, debo curarte—

Fui corriendo por el botiquín y abrí la puerta de mi habitación dónde estaba encerrado Leopoldo éste fue corriendo al sofá luego de ladrarme un poco

—Hola cosita hermosa, tranquilo ya el ogro se fue—

Regina lo tomó en sus brazos y comenzó a acaricialo el pobre animal estaba bastante asustado

—¿Por qué estás lastimada?—

—Mi intención era que no la golpeara a usted, logré hacer que su brazo se desviara de su cara, pero no pude sacar la mía y bueno me golpeó—

—Es un grandísimo idiota, no puedo creer que yo no pude protegerte—

Mis lágrimas comenzaron a caer sin poder frenar, no me duele el hecho que me haya engañado para ser muy honesta, pero me hace sentir nada...

—No llore profe, por favor calmese, ese hombre no merece sus lágrimas—

—Me engaña hace mucho, eso no es lo que me duele en realidad—

—¿Y qué le duele?—

—Me duele que sin importar lo que yo hiciera para que él vuelva a sentir algo por mi o aunque sea para que tenga el valor de decirme que esto no funcionaría más...—Las lágrimas me hicieron difícil la tarea de hablar.—No pude salvar nuestra relación—

Mis lágrimas caían ante los ojos negros de la Reina

—Tranquila, profesora por favor—

—No valgo ni para esposa de alguien—

—¡No vuelvas a decir eso Anna!—

Levantaste la voz mientras tomabas mis manos y no me dejabas apartar la mirada, el brillo de tus ojitos azabache me dejaron completamente hipnotizada

—Eres la mejor persona que yo jamás haya conocido en toda mi vida, y en realidad ese idiota no vale para esposo tuyo, cualquiera sería el más afortunada del mundo por tenerte a su lado, por tener tu atención, tus mimos, tus besos, tus abrazos, tus palabras de cariño, hasta creo que nadie vale lo suficiente para estar contigo, eres hermosa Anna, símplemente hermosa por favor nunca olvides eso—

Estoy sonrojada y en estado de shock, lo único que pude hacer es llorar más mientras nuestros miradas seguían conectadas

—¡Oh demonios! Lo siento, yo no quise hacerla llorar, fue un impulso yo...—

Te abracé y lloré, sólo eso pude hacer, tú me devolviste el abrazo mientras me decías que me calmara y acariciabas mi cabello, no recuerdo que me hayan dicho cosas tan lindas en toda mi vida, la única que solía ser muy abierta de palabras bonitas conmigo era mi madre, pero saber que esas palabras salieron de tu boca y que muy probablemente hayan hecho ruido en tu corazón me hace llorar de bastante alegría

—Tranquila, me quedaré aquí contigo, lo prometo—

Sólo pude escuchar eso antes de caer dormida...

Curiosa CriaturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora