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Antes de marchar hacia el instituto, pasé por el cuarto de mi hermana y hurté algo de su maquillaje para cubrirme un poco el rostro de demacrada que llevaba. A veces, tenía el mal hábito de imaginar todo lo malo que me han dicho, todo lo hiriente, solo para hacerme mas daño del que debía, pues no existía otra razón.
Ya lista partí a la escuela y caminé, a paso lento y desganado como ya era mi costumbre, a mi salón. El día estaba mas bonito, hacía más calor y no había nubes. Al llegar al salón me encontré con Ronie y Jungkook hablando. Acercándome, pude ver que él le entregaba un número de teléfono y ella con una sonrisa se despedía y me dejaba lugar junto a él.

—¿Qué tienes ahí? —pregunté con una sonrisa pícara.

—El número de uno de sus compañeros, Taehyung. —se la veía bastante feliz—. Le hablaré hoy en la tarde.

—¿Vendrás a mi casa para eso? Hace mucho no te quedas a comer. —asintió sonriente y se marchó.

Dejé las cosas debajo de la silla y me senté. Él estaba con su teléfono, lo dejó en un costado y me sonrió. Una de esas sonrisas en las que sus ojos se iluminan, logrando que mi corazón se acelere y que me ponga mas nerviosa de lo normal.

—Tus ojos están rojos... —dijo. Su sonrisa se desvaneció—. Dime que no has estado llorando otra vez.

—No. Solo... no dormí bien. Aún tengo sueño. —algo desconfiado, asintió y me rodeó con sus brazos acercándome a él.

Pasé la mayor parte de la mañana junto a ese chico de cabellos rojizos, cuyo rostro siempre me recordó al de un pequeño conejito; que me abrazaba, me dejaba besos en las mejillas y me acariciaba las manos. Pero como todo momento feliz en la vida real, no duró mucho. En el receso, Jungkook me llevó a la azotea, dijo que debía decirme algo importante. Ambos observamos el panorama desde el barandal, sintiendo el viento fresco del pasado invierno que aún nos envolvía, despeinándonos a ambos. Luego de unos segundos, él coloca una de sus manos en mi hombro, logrando que voltee y nuestras miradas se conecten.

—Debo irme de viaje. —dijo.

—¿Con los chicos? —asintió—. ¿A dónde van?

—Debemos ir a Los Ángeles a grabar otra versión de nuestra última canción.

—Es muy lejos de aquí... diviértete. —sonreí.

—Quiero que me prometas algo mientras no esté. —me tomó de mis mejillas y se colocó a mi altura, que era un par de centímetros mas abajo—. No quiero que, aunque Sooyoung o cualquiera diga algo, tú te pongas triste, porque no estaré para consolarte ni hacerte conpañía. No quiero que llores o te pongas mal. ¿Puedes prometerme eso? —asentí, aunque sin estar al cien por cien segura de que podría cumplirlo. Rozó su nariz con la mía y dejó un casto beso en mis labios.

—¿Cuánto tiempo se van?

—Dos meses como mucho tiempo, no haremos demasiadas cosas.

—Voy a extrañarte. —lo abracé y me correspondió al instante.

—Yo también voy a extrañarte, más de lo que crees.

Y así, pasaron los últimos días en los que Jungkook aún asistiría a la escuela. Luego de ellos, las jornadas se volvieron mucho mas aburridas y pesadas, no solo por las materias o profesores en sí, sino también por Sooyoung y su pequeño grupo de amigos, que ahora que estaba sola, no dudaron en decirme un millón uno de cosas para hacerme sentir mal, aprovechando que nadie daría la cara por mí. Le prometí a Jungkook que no lloraría, pero no creo estar segura de lograrlo.

Cada vez que podía, me enviaba un mensaje diciendo que me extrañaba mucho y que quería que estuviera feliz siempre. No dejaba de recordarme lo contento que estaba al permanecer a mi lado, a pesar de estar a mas de mil kilómetros, logrando que lo extrañe más de la cuenta y me ponga sentimental.

Como en los recesos estaba sola, me iba al salón de Ronie, para pasar el tiempo con alguien. Hyunjin y yo dejamos de ir a la biblioteca, pero volvimos a la rutina cuando me aburría en verdad por las tardes en casa. Ya había olvidado lo bien que me la pasaba con él, leyendo y hasta actuando las historias que nos devorábamos todas las semanas. Podía ver que Hyunjin se preocupaba bastante por mí también, pues me preguntaba seguido si estaba teniendo algún problema en la escuela, con las materias, prfesores o compañeros, pero no quería inquietarlo de más.

—Así que... ¿quieres unirte a una agencia también? —pregunté cuando habíamos terminado de leer los libros elegidos para esa tarde calurosa.

—Sí... Jeongin tuvo la idea. Es como un pequeño sueño suyo y como somos amigos, quiso que lo hiciéramos juntos. Pero es algo complicado y no creo que quedemos en alguna.

—Oh, vamos, no digas eso. Sé que tendrán el éxito que se merecen, si decien hacerlo. Yo los apoyaré. —sonreímos.

—Oye... cambiando un poco el tema. ¿Cómo van las cosas con Jeon Jungkook?

—Bien, mejor de lo que creí. Supongo que... si él no fuera feliz conmigo, se iría con otra persona. Lo cual me sorprende, no hago mucho para que él esté feliz.

Nos quedamos en silencio, no supe describir la expresión del rostro de mi amigo, estaba serio, con la mrada perdida. Supuse que se había quedado pensando en lo que dije. Que era verdad, por cierto. No pensé que en estas largas semanas, podría hacerlo tan feliz como él siempre me dice que está. No pensé que estar conmigo fuese tan importante y se sentía bien.

—Kath y... ¿tú eres feliz con él?

Su pregunta me había sorprendido. ¿Por qué lo dudaba, es que no lo demuestro? Bueno, sí lo hago, sólo que a mi forma. No pude contestarle inmediatamente, por lo que me observó insistente.

—¿Por qué no lo sería?

—No lo sé. A veces siento que Jungkook sólo se aprovecha de las frágiles personalidades de algunas personas, para utilizarlas y luego, cuando ya no las necesita, las deja tiradas. —no podía creer lo que estaba diciendo—. Pero bueno, serán ideas mías.

—Sí... —mi tono de voz había salido distinto.

—Aunque, si algo ocurre, sabes que siempre estaré aquí para ti. ¿Sí?

Me abrazó y sin dejar que respondiera, entrelazó su mano con la mía, soltando una dulce risa.

⩩ ♡̶ !𝐘𝐨𝐮. ─ 𝐽𝑢𝑛𝑔𝑘𝑜𝑜𝑘 ✔︎ ©𝐌𝐢𝐤𝐡𝐚𝐢𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora