O21;

33 3 0
                                    

En una de esas tardes calurosas de primavera, donde no había mucho para hacer, pues no había escuela al ser fin de semana; me encontraba con Ronie en mi cuarto, hablando de cosas sin sentido. En un momento de la charla se sumó Katrina, que le interesaba lo que Verónica estaba diciendo, o tal vez solo estaba aburrida y quería aburrirse aún más con nosotras.

—¿Y han estado hablando desde entonces? —preguntó mi hermana.

—Casi todos los días. —respondió Ronie, contenta.

—¿O sea que ya salen? —se encogió de hombros.

—No me lo ha pedido aún.

—¿Y por qué no lo haces tú?

—No creo que esté bien visto aquí que una mujer sea la que dé el primer paso... —dejó su móvil a un costado y se recostó en mi cama.

—¿A quién rayos le importa? Tú no eres de aquí, él lo entenderá.

—Además, sé que él también siente lo que tú, pero no se anima a decirte nada. —dije.

—¿Jungkook te dijo algo? —Ronie a veces podía ser muy ansiosa.

—No mucho, pero se le nota a él mismo.

En realidad, Jungkook me había estado comentando lo que Taehyung estaba planeando cuando regresaran de su viaje a Los Ángeles; toda la información que me había pedido personalmente y la que averiguó por su cuenta, la utilizaría para poder organizarle a mi prima una pequeña-gran cita en la que le diría todo lo que él piensa sobre ella y le pediría formalmente ser novios. Todo me lo dijo con lujo de detalles y en ningún momento quité la sonrisa que tenía dibujada en mi rostro, imaginando cómo saldrían las cosas. Por supuesto que necesitarían algo de ayuda, por lo que me dieron la parte mas entretenida, que era guiar a mi prima al lugar de encuentro. Pero bueno, luego se terminaría de organizar todo lo que faltaba.

—Cambiando de tema, ¿es cierto que aceptaste ayudar en la biblioteca para sumar puntos extra? —preguntó Ronie de la nada, logrando que mi mirada se asentara en mis manos.

—Sí.

—¿Sabías que Hyunjin también estará allí? —la observé.

—Sí. Él me lo comentó primero y luego yo me uní.

—No le digas a Jungkook. —dijo Katrina—. Se pondrá celoso y se complicarán las cosas.

—Será peor si se entera por otra parte...

—Hazme caso, no le digas nada.

Y como todo fin de semana corto, en un chasquido de dedos ya era lunes otra vez, por lo que comenzaría mi sufrimiento de todos los días. Bueno, casi. Hoy comenzaba mi jornada especial en la que ayudaba junto a Hyunjin a la bibliotecaria a limpiar y ordenar las cosas en ese gran salón al que no mucha gente suele concurrir. La verdad es que en la biblioteca no iban muchas personas porque había un aroma similar a humedad y encierro, pero cuando Hyunjin y yo comenzamos a asear el lugar, parecía una estructura recién acabada de edificar y adecuar al instituto. En otras palabras, estaba como nueva. Limpiamos las estanterías, las mesas, el escritorio de la bibliotecaria, las sillas, el piso, todo quedó impecable. En el último descanso nos sentamos en las últimas sillas del rincón, él con un pequeño libro y yo con mi teléfono. Habíamos estado ahí encerrados durante horas, se habían hecho las dieciséis con treinta y estábamos exhaustos.

—¿Jugamos a algo? —preguntó de la nada.

—¿A qué quieres jugar? —pregunté riendo.

—Juguemos a las escondidas. —reí, había actuado como un niño pequeño emocionado—. Vamos, escóndete y yo cuento. Sólo por la biblioteca.

—¿No estamos un poco grandes para jugar a eso?

—Oh, vamos, no seas aguafiestas. Además, ¿qué más quieres hacer aquí? Estoy muy aburrido. —suspiré.

—OK. Hasta veinte.

Fue sonriente a una esquina y comenzó a contar.

—Uno... dos... tres...

En puntas de pie para que no oyera mis pasos, corrí en busca de un buen escondite. Pasé por entre las estanterías, las mesas, hasta que como un rayo se me cruzó por la mente la imagen del escritorio de la bibliotecaria. El escritorio estaba en frente del pasillo donde se encontraban los libros de historia antigua y Hyunjin estaba en una de las esquinas donde se encontraban los de acción, en la otra punta del salón. Apresuré el paso, él ya iba por el número dieciséis. Me hice del tamaño del agujero por donde se guarda la silla y me adentré en el gran escritorio, tratando de quedarme en una esquina para que no pudiera verme.

—Diecinueve... veinte. Lista o no, ¡ahí voy!

Me sentía una niña otra vez cuando ese cosquilleo en mi estómago apareció, sabiendo que él podría encontrarme y perdería. Nunca había sido buena jugando a las escondidas, por eso no me agradaban del todo, pero tal vez, sólo tal vez, había mejorado a lo largo de estos diez años.

Pude escuchar sus pasos cerca, por lo que me encogí en mi lugar y abracé mis piernas en un intento de hacerme mas chiquita. Siguió de largo por uno de los pasillos entre las estanterías, donde estaban los manuales de geografía y ciencias de la tierra. Me asomé un poco por sobre la mesa, para ver si lo veía y no había nade. Debía apresurarme y llegar al lugar donde él contó para poder ganar. Agradecía que la silla de la bibliotecaria tenía ruedas, por lo que no haría ruido si la empujaba un poco para poder salir. Gateando por delante del escritorio, super expuesta, me asomé por el primer pasillo que tenía en frente, vacío. Me puse de pie y me adentré en él, intentando ser rápida y silenciosa para que no me encontrase. Me asomé por el pasillo de al lado y también estaba vacío. Me extrañé. ¿En dónde estás? Todo estaba sumamente silencioso, no sentía pasos por ningún lado. Me asomé algo mas confiada al otro pasillo y también, vacío. Caminé por ahí con algo de miedo, ya que sentía que saldría de la nada a asustarme, hasta que ví aquél rincón donde él había llevado la cuenta y me apresuré para llegar a él, pero fue justo en ese momento donde siento que me rodean fuertemente en un abrazo desde atrás, haciéndome sobresaltar en el lugar.

—Te encontré. —dijo en voz baja. Suspiré intentando relajarme y me di la vuelta. Lo observé desde abajo, concentrándome en su sonrisa de niño pequeño, ignorando la poca distancia que mantenían nuestros rostros, hasta que él corrió con delicadeza un mechón que caía sobre el mío, dejando así su mano sobre mi mejilla, acariciando mi pómulo con su pulgar.

—Creo que... debo irme. Es tarde.

Me solté de su agarre y juntando mis cosas me despedí de él hasta el día siguiente, pensando en el camino qué era lo que acababa de ocurrir.

⩩ ♡̶ !𝐘𝐨𝐮. ─ 𝐽𝑢𝑛𝑔𝑘𝑜𝑜𝑘 ✔︎ ©𝐌𝐢𝐤𝐡𝐚𝐢𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora