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Nada. Eso sentía al tercer día de vacaciones, nada. No tenia ganas de salir, de ver a alguien, ni siquiera a Verónica, no quería comer, no quería escuchar música, o ver televisión, o leer. Tampoco quería usar el teléfono. En lo único que pensaba era cerrar los ojos y no abrirlos jamás.
Cuando ví a Jungkook con Sooyoung algo en nosotros y sobre todo en mí se rompió. No volvería a confiar en alguien como él nunca.

Intenté hablar con Katrina, no podía.
También con los chicos, tampoco pude.
Así estuve un par de días más.

—Hija... —mi madre entró a mi cuarto abriendo lentamente la puerta—. ¿Cómo está mi pequeña florcita?

Mantenía la mirada fija en el techo, con los ojos hinchados de haber llorado tres días seguidos, mis manos en mi estómago, mis piernas estiradas, mi cabeza sobre dos almohadones pequeños. Tenía un auricular colocado en mi oreja, reproduciendo Miracles in December de Exo.

—¿Quieres que mamá te prepare algo para almorzar? —negué lentamente. Cada vez que comía demasiado, comenzaban a regañarme, así que opté por saltarme algunas comidas—. ¿No? ¿Tampoco quieres que te lo traiga? —negué otra vez—. No me dirás qué te ocurre, ¿verdad? —negué—. ¿A Katrina le has dicho? —volví a negar.

Cuando se dio por vencida, abandonó mi cuarto.
Es genial cómo el ser humano es tan estúpido para escuchar música triste en el momento menos indicado. Mi mente no dejaba de reproducir ese momento y sentía cómo un nudo comenzaba a aparecer en mi garganta, haciendo que mis ojos se llenasen de lágrimas. Di vuelta la cara, escondiéndola entre un almohadón y el colchón, y comencé a llorar otra vez, preguntándome cosas como ¿cómo es posible que él, el chico que siempre me ayudó, estuvo ahí para mí, me defendía, me explicaba, me consolaba, me consentía; me haya sido infiel justamente con la chica que más odio? ¿Qué tiene ella que yo no tenga? Lo tiene todo, Kath, y tiene razón; siempre consigue lo que quiere.

Mientras golpeaba con fuerzas la cama y rasguñaba mi rostro sin hacerme mucho daño, dejé de escuchar la música. Mi teléfono había muerto y no tenía ganas de enchufarlo. Sólo me dormí.

Al día siguiente me desperté algo tarde comparado a otros días, con unas ojeras que ni se imaginan y los ojos hinchadísimos. Camine perezosamente hasta el baño para asearme y me decidí. No iba a volver a ser la misma chica de antes. No volvería a caer en la misma trampa de todos. En mi país, en mi escuela, había ocurrido algo parecido, sólo que no entre parejas. Mi mejor amiga me había cambiado por otra chica y ella siempre se burlaba de mí. Bueno, ambas en realidad. No volvería a pasar por lo mismo. Jamás.

Me sentía tan inútil, tan transparente, tan utilizable, tan idiota, que perdí el interés por las cosas muy rápido, por las personas, por mí misma. Dejé de alimentarme como debía por un tiempo, ingiriendo pequeñas cosas que no me nutrían, solo engañando a mi estómago que demandaba comida haciendo fuertes ruidos. Deje de cuidar mi salud, mi físico, mis pensamientos. Tuve que cortar mi cabello porque ya hubo un momento en el que era imposible peinarlo o limpiarlo. Deje de pensar en qué estaba bien y qué estaba mal, solo sobrevivía. Sin objetivos, sin ayuda, sin nada.

Los comentarios de mi hermana, padre, madre, algunos profesores y Sooyoung me dieron a entender que soy el desastre mas grande que pudo haber existido sobre la faz de la tierra. No quería imaginar qué cosas habrán pensado Jeongin, Hyunjin o Jungkook al verme. También los chicos. Seguro soy el hazme reír de todos.

Me miré en el espejo de cuerpo completo que había a un lado de la puerta de mi habitación, deshaciéndome de mi ropa para observarme bien. Ahora entiendo por qué la eligió a ella.
Rollitos por aquí, por allá, estrías, muchas, algunas cicatrices... Nada de músculo. Todas cosas desagradables a mi vista, y seguro que a la de él también.

Con un poco de temor, fui al baño. Al lavarme las manos y enjuagarme la boca, noté una de las afeitadoras de mi padre sobre el pequeño estante debajo del espejo y dudé. Estaba sola en casa, por lo que no me verían si lo hacía. La tome, me senté en el inodoro y comencé a pensar en todo lo que me habían hecho sufrir todas aquellas personas que me rodeaban. Lo que decían de mí, lo que creían de mí, lo que me hacían. Mis lágrimas comenzaron a salir, mientras un corte a lo largo hacía presencia en mi muñeca, causando mucho ardor y dolor, pero más dolía lo que mi mente imaginaba, hasta que en un momento dejé el artefacto a un costado.

Vamos Katherine, eres más fuerte que esto.

De la nada comencé a imaginar las reacciones de mis padres y mis hermanitas al encontrarme, cómo se pondrían Hyunjin y Jeongin, cómo estarían los chicos, la gente que quería.

Katherine, ¿qué estás haciendo, acaso echarás todo por la borda así como así, con todo lo que tuviste que pasar y todo lo que lograste? Eres fuerte, puedes superarlo.

Esto era lo que Sooyoung quería, no podía continuar dándole con el gusto, debía ser fuerte. Debía seguir con mi vida. Así fuera un desastre, debía continuar.
Enjuagué la afeitadora azul y me limpié la herida, para luego bajar a la cocina, comer algo y volver a acostarme en el sofá.
No podía dejarla ganar. Él... ya no me importaba.

⩩ ♡̶ !𝐘𝐨𝐮. ─ 𝐽𝑢𝑛𝑔𝑘𝑜𝑜𝑘 ✔︎ ©𝐌𝐢𝐤𝐡𝐚𝐢𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora