Capítulo 29

838 92 79
                                    

Advertencia: capítulo con contenido sexual. Leer bajo propios riesgos.

☆☆☆
Siempre ha pensando en su vida como un plano cuadrado. Abrumado, siempre está abrumado. Los deseos ajenos para llegar a a ser el mejor lo hacen saltar escalones que debería de pisar. Ver la imagen de la persona a la que debe superar es un espejo, el interior distinto. No quería superar a nadie, mucho menos a su igual, porque era la única persona que lo admiraba. Bajo toda esa presión, bajo el tiempo que nunca sobra y los susurros maliciosos, siempre sería él mismo, bajo las miradas. Nunca abandonaría a su sangre.

No es un hombre maduro, no lleva ni sus veinte años encima, pero puede percibir los momentos en los que es necesario. Normalmente no lo es, o no tiene tiempo de extender su mano, pero sólo era necesario un nombre: Poe.

—Bienvenido. Espero que el vuelo haya sido agradable —Dante dice, una vez que el de cabellos cenizas aparece por el lugar. El jet ha aterrizado—. ¿Quieres algo?

Mientras Dante pregunta, chasquea sus dedos en órdenes silenciosas, algunas personas inician a despojarlo de su equipaje. El chico niega.

Ver a Dante es una presión en el pecho que lo asfixia, pero más, cuando ve a Franco de cuclillas, intentando enfriar sus manos con algo de su aliento. El chico pierde la vista, el frío ha empañado sus lentes de aro circular.

—Estoy bien, Dante.

—¡Franco! Ven a saludar —el magnate suelta, su ronca voz es rasposa y madura. El albino levanta la vista y sonríe—. Que sea rápido. No tengo tiempo para estar aquí.

—No seas mal educado —Franco pide a su mejor amigo de toda la vida y Dante se aparta un poco, en cuanto ve que Franco quiere pasar su brazo por sus hombros—. Dijimos que recibiríamos a nuestro pequeño niño de maneras maduras y cálidas.

El chico realiza un mueca, a penas perceptible, demostrando cuán indiferente es el tema de que vayan a recibirlo. Lo único que desea es descansar un poco, hasta volver a ver a la persona que más admira en el mundo. No va a mentir, la verdad es que está ansioso por las reacciones y tampoco puede ventilar el hecho de que no se le hace indiferente que lo reciban. Siempre aparenta cosas que no son, pero es comprensible, él se ha criado solo y sin ningún tipo de atención, más que sea puramente conveniente para los adultos.

—Ya. Pero yo no tengo toda la noche —repite el mayor, con fastidio.

—Eso dices y estás aquí —Franco sonríe nuevamente—. Pero dejemos a un lado tu obvio talento para aparentar ser alguien malo. Hablemos de nuestro-

—Tengo hambre —sentencia el chico y Dante asiente.

—Vamos a comer a donde desees —el empresario, saca su móvil e inicia a teclear un par de segundos—. ¿Qué quieres? ¿Carnes, vegetales? Lo mejor es vegetales, estas en etapa de desarrollo y necesitas carbohidratos. Sí, vegetales y un postre al final. Déjame decirle a mi asistente que haga reservaciones ya.

Franco se apoya en el de cabellos cenizas, ambos observan a Dante.

—Él realmente sigue siendo Dante.

—Ya sabes que lo que hace siempre tiene una razón —el albino le palmea el hombro—, ya tendremos tiempo para hablar de otras cosas. Por ahora, vamos a comer, Pol.

*
—Te digo que tengo un presentimiento. Nunca se me da por una razón sin sentido —Poe le explica a Penny, quien camina en zancadas detrás de su alto novio. Ambos deambulan por los pasillos del lugar. Hay estudiantes por ahí, en horas luego de clases.

—Pero yo digo que es el pastel que te he dado. En vez de ser un presentimiento, es un gas —la rubia sonríe suavemente hacia el de cabellos cenizas y este hace un ademán.

El arte de tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora