Capítulo 30

807 83 100
                                    

—¿Cuánto tiempo necesitas dar clases? No es normal que te la pases al lado de ese chico todo el día. Ya vamos a finalizar curso, ¿Por qué tienes que estar siempre con él y no con los otros? ¿Acaso va más allá de una simple tutoría? —Scott cuestiona. Levar lo observa por encima de su hombro, antes de volver a su trabajo de acomodar los libros sobre los estantes de la biblioteca.

—Ya. Para dar finalización al curso faltan muchos meses. Estoy más tiempo del usual con él porque es el estudiante al que más le cuesta todo. ¿Qué sucede contigo? —niega. Scott le tira el libro y Levar se desequilibra un poco, antes de fruncir el ceño—. ¿Qué diablos te sucede?

—¿Por qué no te has cortado el cabello? ¿Por qué no hemos hablado sobre todo? Mira que por algo soy el capitán del equipo y puedo arrancarte la cabeza en un solo tiro —advierte. Está cansado de ser interrumpido cada vez que quiere hablar.

El chico de cabello atado deja el último libro en su lugar y observa directamente hacia el rubio. Scott simplemente parece ser otro, desde su punto de vista ha estado demasiado tenso y distraído. Levar mentiría si dijera que le gusta aquella actitud, nunca quiso hacerlo sentir incomodo.

—¿Qué quieres saber, Scott? No me hagas realizar promesas indirectas mediante esos gestos tan infantiles —pide—. Yo, a diferencia de ti, entregaría todo.

—¿De qué hablas?

—De amor. No voy a justificar mi amor por ti a recuerdos de infancia, pero mentiría si dijese que no estuve esperando a un fantasma todos los siguientes años —Scott da un paso cerca y Levar se cruza de brazos, en un gesto de barrera invisible.

—¿Por qué no me lo dijiste antes?

—Porque no me quieres como yo lo hago y prefiero mantener una amistad como la que tenemos ahora mismo —explica, Scott intenta abrir la boca, pero enmudece ante la imagen de Levar ladeando la cabeza, dos mechones de cabello al lado de su rostro perfilado salen. Sus lindos ojos curvos hacia arriba al final, se entrecierran un poco con aquella sonrisa pequeña—. No lo entiendes.

—Explícamelo —pide el deportista. Hace demasiado frío y tener a Levar ahí, es como un dolor insoportable, una necesidad que nunca antes ha sentido, un dolor de cabeza.

—Todo este tiempo, hemos hablado, incluso antes de que nuestros amigos se juntaran. Yo lo hice porque me consumía la necesidad de saber si podría volver a sentir algo tan sincero como lo que sentí en ese entonces. Siempre pensé que podría ser la niñez y la edad, malinterpretar las fuertes emociones. Pero eres simplemente increíble, Scott.

Ambos pechos oprimidos, ambos hombres temblorosos, pero Levar se ve tan fresco.

—Yo también te extrañé, Levar —su voz pide credibilidad, de verdad que lo está intentando.

—Nadie niega eso, pero yo quiero estar contigo de formas intensas y tú no eres así. No lo has sido a lo largo de los años, ¿Quién soy yo para cambiarlo?

—Eres Levar —en aquella frase, suena importante, como si de verdad fuese alguien en la vida. Le gusta, Levar lo disfruta en esos momentos.

—Todo el lío de ayudar a alguien a salir del closet es demasiado complicado —se mueve un poco y vuelve a pegar su espalda contra las repisas—. Yo he estado seguro todos estos años y no quiero ser usado, ni por ti, ni por nadie. Creo que ambos merecemos felicidad y no es con nosotros mismos.

Levar es demasiado maduro, pero Scott puede llegar a ser insistente.

—Al menos... al menos déjame poder tocarte de otra forma, Levar —ruega, lo hace verdaderamente y su imagen parece romperse de formas completamente dolorosas—. Yo no quiero que eso quede en el pasado, en recuerdos de dos niños.

El arte de tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora