Estar enamorado es una sensación completamente irreemplazable, entre apretones en el pecho, cuestionamientos infinitos por el mínimo detalle, inseguridades siempre existentes y momentos efímeros de felicidad y confianza. La imaginación vuela en momentos silenciosos, imágenes alternativas que podrían ser un futuro incierto, cientos de emociones mezcladas y el corazón latiendo como un loco.
—Es bueno descansar un poco. Tómate las píldoras y estarás en perfectas condiciones para iniciar tu día mañana —la enfermera sonríe hacia Angelo, extendiendo un par de píldoras de color rojo sobre la mano del chico—. ¿Tú te has recupero del insomnio, Eth?
—Ah, que va, señora McGreg —Ethan sonríe y hace un ademán despreocupado—. Me he sentido bastante bien últimamente.
—Me alegro de escucharlo —ella sonríe abiertamente y da una palmada—. Entonces los dejo. Cierra la puerta antes de salir, Ethan.
Ciertamente, compartir el cerrado espacio con Angelo, aún hace que el corazón de Ethan se encoja en una sensación insatisfactoria y cruel. Imaginando qué pasa sus brazos alrededor de los hombros de Angelo y lo empuja contra su cuerpo, para sentirlo cerca y aspirar su varonil aroma. Lo extraña tanto, de hecho, lo extraña más ahora que está a su lado, que antes cuando no sabía nada de él.
Sin embargo, todo aquello no conlleva a hacerse mostrar de formas transparentes, tampoco a actuar como no lo haría él, sólo quería demostrar cuánto ha avanzado.
La mano de Ethan pasa alrededor de la espalda de Angelo, tratando de ayudarlo a colocarse una nueva prenda superior, gracias a la caja de prendas perdidas en la enfermería.
—No me toques —pide Angelo, Ethan aparta su mano como un niño pequeño que ha sido reñido y da dos pasos hacia atrás.
Sin enterarse, se estaba inclinando hacia Angelo, para buscar el olor natural del artista y embriagarse en él.
Ethan se pone de pie y camina hacia la ventana izquierda del lugar, en donde ajusta su mirada hacia el chico de cabellos ondulados y despeinados que comparte la mitad de una paleta helada con Heers.
—En Italia estabas mejor —Ethan suelta, no hay rencor en su voz, tampoco algo que de a entender resentimiento. El cupido lo dice completamente casual y eso hace que Angelo voltee hacia el chico, que le brinda una sonrisa —. Era mejor soñar con tu regreso.
—Era mejor regresar, de esa forma ayudarte a despertar de algo que sucedió hace tres años ya —Angelo responde, en un tono neutral, terminando de acomodar la tela sobre su pecho—. Lo menos que pensé era que aún sentirías algo por mí.
Ethan no siente coraje, de hecho, lo único que siente es pena propia, es por eso que frunce el ceño levemente.
Claro que era obvio, si él no le había buscado los años pasados y si lo dejó sin despedirse, ¿Por qué habría de creer que aún le quería?... por Dante, por supuesto. Es de esa forma que las palabras no le afectan como debería, es por eso que no se enfada.
—No puedes mentir, Angelo. No estoy pidiendo una relación, tampoco te precipites a un momentos que ha sucedido hace menos de una hora —le observa.
—Estoy ayudando a que no se creen futuros malentendidos —el contrario finalmente finaliza su tarea de vestimenta y choca su mirada con la de Ethan, un escalofrío inefable le recorre todo el cuerpo y el malestar se revuelve en su estómago.
¿Por qué Ethan se ve tan tranquilo? Es la mayor pregunta en la mente de Angelo. Él ha vomitado de la emoción tan dura, pero Ethan no ha hecho más que comportarse como cualquier persona, incluso hablando de sus deseos de reencuentro.
ESTÁS LEYENDO
El arte de tu Amor
Teen FictionAngelo ama el arte. Ethan ama el amor. Angelo ama al del amor. Ethan ama al del arte.