Capítulo 24

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Capítulo con posibles errores ortográficos. Pronto editaré.

Los cubiertos no suenan contra la cerámica de los platos llenos de comida, ambas familias hacen flotar sus cubiertos con elegancia, tomando trozos de comida partidos a la perfección y echándolos a sus bocas. Anne y Angelo se observan en silencio, porque desde que la cena inició, ninguno de los adultos ha soltado una sola palabra. Aquello era señal de mal situación. El ambiente es pesado y correcto, también exigente.

—Quiero otro de tus cuadros, Angelo —el señor Payne finalmente habla. Angelo asiente con levedad y este hombro toma un sorbo de vino—. El último que hiciste para mí cuelga en mi estudio. Quisiera otro adicional para agregarle a la oficina de mi empresa.

Siempre tienen que sacar a flote sus empresas.

—En dos meses tendré su pintura lista —el azabache le observa, antes de echar un poco de puré con aderezo a su boca. Anne se remueve en el asiento y la señora Payne le observa con severidad, después de todo no era su hija sino la bastarda que quería quedarse con todo lo que puede ser suyo y de sus hijos.

—Escuchamos, por Carlo, que quieres ir a Italia terminar tus estudios —la mujer sonríe y los padres de Angelo intercambian una mirada silenciosa—. Me parece una oportunidad perfecta para mandar a Anne contigo. Ambos están interesados en el arte, están juntos en una relación, veo la oportunidad perfecta para que establezcan más cercanía.

Las familias no se desapegan de sus papeles en ningún momento. Hay más de diez mil dólares reunidos en prendas de las familias. Angelo se siente fuera de familia, como toda la vida lo ha hecho, Anne sólo quiere salir de ahí lo antes posible.

—No creo que sea adecuado por Angelo, antes de poner las cartas sobre la mesa, Rixon —el padre de Anne dice al padre de Angelo, Rixon alza su frívola mirada y ladea la cabeza en un gesto analítico que siempre amedrenta a socios.

Ahí venía.

—Tienes razón, James. No planeo que Anne acompañe a mi hijo, no hasta que comprendamos exactamente de dónde vienen y porqué se originan rumores completamente repugnantes sobre ella —el hombro recibe una mirada de su mujer—. Mi esposa y yo hemos estado de acuerdo es esa relación, pero no queremos involucrar a Angelo en escándalos del tipo homosexual.

—Eso mismo escuché yo —Cara, la madrastra de Anne asiente y la chica se remueve en la silla—. Rumores que nos han llegado sin remitente.

—Lo mejor es preguntarle a ella —Dante, quien acaba de aparecer por la casa, dice. Viene quitándose su gabardina oscura y no se digna a mirar a nadie a los ojos—. Dejar de sacar conclusiones por sus propios medio haría mejor una cena comunicativa.

Comunicación; la palabra que no existe en el diccionario de ninguno.

—¿Estás defendiendo a Anne, Dante? —Carlo ladea una sonrisa burlona y el mayor le entrega sus llaves a la criada de la casa.

—No. Anne no me importa. No te confundas —el mayor responde y finalmente toma asiento—. Me importa poder comer y tener una cena  agradable por primera vez. No todos tenemos horario libre de trabajo, algunos tratamos de ser verdaderos jefes. Es por eso, que deseo cenar sin tener que escuchar alegatos de familias.

Carlo asiente y las familias se observan.

—Anne —James dice y la muchacha traga sonoramente. Sus dos hermanos se burlan en silencio propio y la mujer observa a Angelo.

—Es mentira.

—¿Mentira? —Carlo frunce el ceño—, pero si es un rumor escandaloso en ese instituto. Escuché que te ligaban con Angelo, estaba bastante seguro de que aquello es lo más común, pero desde hace días simplemente no te comportas de la misma manera. No te lo tomes a mal, Ann. Simplemente necesito saber lo que sucede con los alumnos de Saint Gerald.

El arte de tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora