Capítulo 31

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—Mira, Gelo —Ethan alza su brazos y lo agita un poco, hay una osnrisa de lado a lado en su rostro, hace que sus ojos se achinen—. Es un pastel.

Angelo aparta la mirada de su cámara fotográfica. Ambos tienen una cita el día sábado, han decidido tomar el metro hacia otro estado para alejarse de los alrededores. Han aprovechado un nuevo pedido de Angelo para salir juntos y también para que el artista tome algo de inspiración. 

El rostro de Angelo se tiñe en sorpresa, aunque es falsa, alza su mano y toma el pastel, lo acerca a su rostro.

—Wow, Ethan. Que maravilla —sonríe de vuelta al castaño, quien asiente una vez, antes de posicionar ambas manos en sus caderas, una sonrisa de orgullo en su rostro.

—¿Verdad? —deja de su posición para acercarse a al pastel, disminuyendo la cercanía entre ambos. Los ojos del par se mantienen en el pastel—. Tiene fresas, chocolate, crema batida y leche condensada —señala el recipiente transparente que muestra el pastel.

—Eso suena magnifico —ambos se observan—. ¿Lo comemos?

—Tomale una foto —pide—, me la envía después. Se la voy a mostrar a Levar.

—Claro.

Luego de una sesión de fotos a un pastel, de Ethan bailando con el recipiente en manos y de llantos falsos de felicidad por parte del cupido, la pareja se dirige a un acuario, en donde Ethan no suelta la mano del azabache, pues teme que las vitrinas se rompan y que mientras el agua los inunde, un tiburón se lo coma. Luego del paseo en el acuario, se detienen para que cupido realice compras de algunas prendas, Angelo no se queda atrás, compra cosas interesantes de prendas. También compran algunos materiales de pintura, Ethan señala todos los productos para Angelo, aún cuando no son necesarios.

—Nos llevamos este —señala—, este —lo hace de nuevo—, este también —se pone de cuclillas y señala.

—Ethan. Eso es una escultura vulgar —Angelo niega y la trabajadora de la tienda trata de no reír. Ethan observa el escultura de un tamaño promedio, son dos hombres con estilo de la época renacentista follando.

—Ya lo sé —responde obvio—. Me lo llevo —sonríe a la empleada.

Luego de la compras de materiales, pasan a ver animales, mientras Ethan hace que Angelo pase una vergüenza inimaginable.

—¡No puedes estar ahí adentro! —la veterinaria chilla y el castaño le saca el dedo del medio, antes de seguir riendo de formas escandalosas con las pequeños perros recién nacidos—. Mierda, es que entre más bellos son los chicos, peor es su comportamiento —ella murmura nerviosa.

—No se preocupe —Angelo mueve su cámara a un costado y la observa. La mujer se sonroja de inmediato—. Yo me encargo.

La chica sonríe flechada y agita su mano en forma de despedida.

—¡Gracias! —repite, mientras ve a Angelo llevarse a Ethan silenciosamente. No sabe que lo tiene agarrado de la nuca fuertemente y que es una amenaza silenciosa. 

Para finalizar, Ethan y Angelo deciden tomar un descanso en una cafetería bastante tranquila. Piden un menú variado a petición de Ethan y su hambre feroz. 

—¿Te has divertido hoy, Gelo? —Ethan cuestiona, hablando con la boca llena de pan dulce. Angelo asiente y deja de observar la pantalla de su cámara.

—Lo hice.

—Te traje a otro lugar porque quería que no tuvieras miedo de ser visto por alguien que conoces —comenta, mientras observa el relleno de su comida. Angelo mantiene la mirada en su pareja—. Apuesto a que no nos hubiésemos divertido tanto allá.

El arte de tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora