Los Fiore.
Una familia de cuatro conformada por: Angelo Fiore, Ethan Fiore, Enzo Fiore y Ginger Fiore. Un pintor, un psicólogo, futuro estudiante de medicina y una mimada niña que desea ser consentida hasta morir, probablemente una futura cardióloga o anestesióloga.
Iniciar el día en la casa Fiore, no es lo mismo desde que Fiorenzo se mudó junto a sus amigos de infancia. Sin embargo, suele ir frecuentemente a casa, algunas tardes o los fines de semana. Ginebra también decidió estudiar lejos, tan lejos, en Francia. El instituto de señoritas caro.
—¿Crees que si vendemos mis dos pulmones, podemos pagarle una materia a Gin? —cuestiona Ethan, su bata de seda se desliza por sus piernas, una vez ha dado una vuelta por la cama. Su marido, quien lee apaciblemente, no lo observa.
—Querido, con el dinero que tenemos, podemos pagar las materias de más de la mitad de ese lugar. Por favor, no te pongas dramático.
—Es que, me siento con poca atención —suspira el castaño y Angelo alza sus cejas un poco, sin verle aún pero escucha atento—. Ya sé que llevamos muchos años de casados y el matrimonio se vuelve un poco rutinario. Pero quiero algo de atención y tal vez, no ser igual que todos los matrimonios.
Angelo suspira un poco, tiene tanto que leer para poder incrementar su conocimiento sobre algunos temas.
—Enzo y Gin siempre están consintiendote con todo. Es lo justo, no entiendo por qué estás diciendo eso y actúas como un niño —pasa de página.
Ethan, hace algo parecido a un puchero. Se pone de pie bruscamente, dando zancadas y tirando la puerta cuando sale de la habitación, ¿Qué no sabe? Tal vez el no ser tocado hace dos meses sea una respuesta. Angelo no lo ha tocado y se besaron hace una semana aproximadamente, por favor, son esposos, ¿Qué era toda aquella mierda? Su matrimonio ha estado yendo bien, por supuesto que hay discusiones como en cualquier otro, algunos desacuerdos, pero no dejaban su esencia. Claramente, hay cosas que ambos comparten en privado, son adultos, profesionales y padres, ya no son adolescentes.
Pero Ethan extraña a Angelo. Es su querido y habían tenido tanta historia, tantos momentos antes de hacer fuerte su relación y madurar que se siente mal cuando piensa en que toda esa historia y lucha o crecimiento no son nada ahora. De verdad, Angelo se comporta de una forma totalmente repugnante. No es todo sexo pero, al menos un abrazo o un beso, o varios veces si es posible.
Angelo deja sus gafas sobre la mesa de noche y bufa, no persigue a Ethan en ningún momento, lo deja marcharse y toma su sueño.
Al día siguiente Enzo se va de casa, de vuelta a la que comparte con sus amigos, Ethan le hace desayuno. Ginger llega poco después, cuando Angelo sale se su estudio de arte y la recibe con un abrazo fuerte y dos besos en la frente. La consentida de los Reed habla y habla.
—Y fui, papi. Entonces vi sus cuadros, cuadros magníficos y tiene una página en internet. Normalmente pinta a los chicos y partes de sus cuerpos, ya sé que suena mal, pero hace pinturas muy buenas —habla, mientras Angelo le peina el cabello, Ethan cocina el almuerzo de ambos—. Papi, ¿Puedes visitarlo? Se llama Valentino. Su galería está en St. Mares, por la calle 12.
—¿Valentino? ¿Qué lo hace diferente de los demás, Ginnie?
—Todo, papá. Todo Valentino es diferente.
Al finalizar el día, Ethan vuelve a su cama y Angelo vuelve en su posición de lectura. Ethan observa las lindas arrugas bajo los ojos de su querido y cómo los años cambian a las personas. En aquel momento, se pregunta si Angelo sigue amandolo tanto como él lo hace. Porque, el tiempo solo lo ha enseñado a querer absolutamente todo y cada detalle del pintor. Así es como, al pensar que ya no es amado, le duele el pecho. Teme que Angelo se siente como en prisión u obligado a mantenerse ahí por sus hijos. No quiere que estén juntos por estabilidad material, sino porque se aman aún.
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El arte de tu Amor
Dla nastolatkówAngelo ama el arte. Ethan ama el amor. Angelo ama al del amor. Ethan ama al del arte.