- ¿Como supiste que trabajo aquí?
Pregunto Zatanna a la maga de los titanes. Quien se encontraba dentro del camarote de la maga después de su espectáculo de magia.
- Leí el periódico.
Dijo secamente Raven, sin dejar de mirarla desde el lugar donde había parecido.
- ¿Y a que debo esta visita?
- Necesito información.
- ¿Sobre?
- Donde encontrar a Jofiel.
Zatanna la miro incrédula.
- ¿Jofiel?... ¿Tu quieres hablar con Jofiel?
- Si.
- Estas al tanto que ella es un ángel ¿cierto?
- Si.
- ¿Y que detesta a los demonios?
- Yo no soy un demonio. Soy mestiza.
- Tampoco le agradan mucho las personas.
- Pero le agradara menos padre.
Zatanna se levanto de su silla y camino hasta ella cruzada de brazos con la mirada seria. Ambas se quedaron viendo uno segundos sin decirse palabra alguna antes de que la maga abriera su boca nuevamente.
- Puedo sentirte, Zatanna. Si tanto me odias ¿por no solo me atacas?
- Matarte no es la solución. Aprisionarte lo es... pero no puedo mientras la liga este en contra.
- Dios bendiga a la liga entonces.
Dijo sonriendo de forma irónica la maga de los titanes a la maga de la liga.
- ¿Para que quieres tu hablar con un ángel?
- Eso no te incumbe... pero solo te diré que es para evitar que mi padre ponga un pi en este mundo.
- ... Esta en el Vaticano... en Campo Santo...
- Que obvio de su parte. Pero el cielo nunca ha sido muy creativo.
- Si te pasa algo, yo me lavare las manos.
- Imagino que si. Gracias por la información.
Con eso, Raven abrió un portal que la llevo a Italia, a ciudad del vaticano donde se encontraba el ser celestial con quien requería hablar.
Para su sorpresa, ya era de noche en aquella parte del mundo. Cosa que la hizo caminar mas atenta a su alrededor antes de toparse con aquella abadía abandonada donde se suponía que debía estar el ángel Jofiel. Se fundió en las sombras para entrar sin ser vista a la maltrecha construcción, y en su interior encontró a un ser alado en posición de plegaria frente a una biblia sobre un altar.
- Sal de las sombras pero quedate donde estas. Me da asco tu presencia.
Escucho Raven decir al ángel que sin moverse de su posición de plegaria. Había descubierto su presencia. Sin mayor demora, hizo lo que el ángel le había ordenado y desde la distancia hablo con él.
- No vengo a causarte problemas, ángel Jofiel.
- Los demonios solo traen problemas.
- No soy un demonio. Soy mitad demonio.
- Peor... la sola idea de que una mujer le abriera las piernas a un demonio... asqueroso.
- Al menos mi padre busco a una mujer... a tus soldaditos les gustan jóvenes... bastante jóvenes.