capítulo 25

3.7K 538 120
                                    

Capítulo 25: 

Una palabra y 9 letras definen lo que estoy sintiendo en este preciso momento:  decepción. 

Si,  estoy decepcionada,  de mi,  de él,  de todo lo que está sucediendo.  Pero...  Es que por más que lucho por comprenderlo me cuesta.  Me duele tanto que quema por dentro.  Mi corazón no deja de latir y más cuando mis ojos se encuentran con los suyos.  Esa mirada de seguridad,  esa maldita mirada que me dice que ya todo acabó,  que ahora mismo debo mandarlo de vuelta. 

Escondo la mirada de vuelta en el libro.  Ya sé lo que debo hacer.  Sé lo que quiero hacer. 
Lo miro devuelta y sonrío con malicia.  Coloco una mano en la hoja en donde está el conjuro y sonrío sádicamente. 

—¿Qué vas hacer?  —me pregunta al instante.  Vuelvo a mirarlo y arrugo la hoja.  Lágrimas empapan mis ojos y vuelvo a reír. 

—Te amo,  y es conmigo con quién debes estar. 

Dicho eso rompo la hoja y la hago pedazos.  Él se queda estático y con una simple frase convierto el libro en fuego.  Todo de él se quema. 

—¡Noooo!  ¿Por qué lo hiciste?  —me grita intentando tomar el libro pero el fuego no le permite. 

—No quiero...  No quiero que me dejes —susurro.

—¿De verdad me amas tanto así?  —pregunta y me alegro que no lo haya tomado mal. 

—Tanto que no podría hacerte esto — digo en verdad despertando de mi imaginación.  Nada ha sucedido,  todo regresa a la realidad.  El libro sigue igual sobre la mesa,  mi mano encima de la hoja,  él mirándome extraño y yo dejando escapar una pequeña lágrima. 

—¿Qué dijiste?  No entendí —me pregunta levantándose de la silla.  Yo hago lo mismo y esquivo su mirada,  con el ruedo de mi bata limpio parte de la humedad que se plasmó en mis mejillas.  Sonrío para él,  demostrando que todo estará bien. 

—Solo decía que cuando quieras podemos iniciar el conjuro.  Esta es la hora perfecta para hacerlo,  o al menos de que quieras hacerlo luego...  —digo lo último mirando hacía la nada,  con otra estúpida esperanza de que me diga que lo haremos luego.  Pero dicen que para luego es tarde,  ¿no? 

Mirando hacia sus pies descalzos puedo ver como se acerca a mi,  tan cerca que me provoca un escalofrío.  Me toma de la mano y quisiera ver lo que le sucederá luego,  pero no puedo ver nada,  mi poder ya no funciona con él.  Mis sentimientos son más fuertes,  tan así que verlo feliz es lo que me hace feliz aunque para lograr serlo tendría que morir.  Pues ya la felicidad no la encuentro en esta vida. 

—¿Puedes mirarme?  —inquiere y trago lento y seco a la vez,  pues siento un doloroso nudo en mi garganta que me impide hablar.  Levanto la mirada encontrandome con esos ojos azules, tan brillante mediante la noche que es increíble.
Mantengo la mirada fija con los labios temblorosos,  con mis manos frías arropada con la calidez de la suya.  Estoy tensa y él puede saberlo,  en cambio él se ve tan tranquilo como que nada le importa. 

Y me río de repente haciendo ironía de que quién debería estar frío es él y no yo,  porque es un jodido hielo que no siente nada. 

—¿Por qué ríes? —pregunta interesado acercándose más a mi,  haciéndome ver más pequeña de la cuenta. 

—Por que es una ironía que tú siendo el hombre de hielo estés tan cálido y yo tan fría.  No lo entiendo —respondo riendo secamente. 

Y me abraza rodeando sus grandes brazos por encima de mis hombros.  No correspondo,  más bien me quedo tiesa,  como que nada pasa,  intentando asimilar lo que hace conmigo.  Esto no va a  arreglar nada. 

La Bruja Y El Guerrero De Hielo (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora