CINCO: OJOS DE SERPIENTE

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OJOS DE SERPIENTE

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OJOS DE SERPIENTE

Martes 07.29 A.M.
OCHENTA Y TRES HORAS DE ATRACO

Hace ya noventa y dos horas que había empezado los momento más intensos por lejos que viviré en mi vida. Las cosas se habían puesto demasiado feas desde el tiroteo, era una mierda, por un momento llegué a olvidar que había un mundo allá fuera porque no sé en qué momento el único enfoque que teníamos como atracadores era una palabra que se nos quedó grabada a la mala en nuestras cabezas; sobrevivir.

La mirada de Oslo nunca fue la más chispeante del grupo, ahora era la mirada de todo el grupo: triste y ausente para resumirlo en palabras menos técnicas.

Las fichas de la esperanza era como las del dominó porque cuando caen una, caían todas. Ahora sentía que yo era la última ficha por caer, sentía tanto por dentro pero me limitaba a ser una persona más, sin expresiones. En el fondo me sentía como el mismísimo Berlín, una piedra sin sentimientos. La situación actual del grupo era como la de una guardería de bebés, en donde era la hora de la siesta para todos, pero si uno se ponía a gritar descontroladamente despertaría el terror del resto. Ahora el verdadero reto no era controlar a los rehenes, al contrario, los mismos atracadores eran el punto más letal a estas alturas.

Los rehenes eran los mas subestimados de la cadena, pero su instinto de sobrevivencia los hicieron ver un poco más allá de nuestras pistolas. Se habían dado cuenta de que atrás de las caretas estábamos jodidos.

─ No, no entiendo por qué cojones te fuiste a meter a la zona de carga Río─ regañé sentada en la escalera─ Joder, que era demasiado peligroso.

Río no me tomaba atención, apoyaba su cabeza en su mano mirando a la nada. Sí, quizás andaba en otra cosa muy lejos del aquí y ahora, pero no dejaba de molestarme el hecho de que me haya desobedecido cuando todo pendía de un hilo.

─ Joder, Río─ susurré frustrada─ Si te hubiese pasado algo.

─ Déjame entender una cosa─ se dio la vuelta en mi dirección─ Les salvo el culo a ti con tu noviecito incluido ¿y me empiezas a tirar los perros, París?
 
─ ¡Toma ya!─ exclamé levantando las cejas─ ¿Ahora quieres que te dé las gracias por tu numerito?

Él suspiró frustrado, no era normal entre nosotros discutir pero se sentía muy extraño.

─ Te metían un puto balazo y no me lo perdonaba─ solté sonando media sentimental─ Idiota.

─ ¿Tú crees que a mí no me pasó nada sabiendo que estabais metidos en plena jarana entre metralletas?─ preguntó Río en un tono duro─ Y si con Denver llegáis a la puñetera luna de miel, va a ser gracias a mí.

honor among thieves  +.・ la casa de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora