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DOMINGO DE RESURRECCIÓN
Domingo 15.15 P.M. CUARENTA Y SIETE HORAS DE ATRACO
Corría por los pasillos para intentar encontrar a Berlín antes que él se encargara de encontrar a Denver. Le había contado todo a Nairobi, desde que nos devolvimos de la verbena hace más de dos meses hasta la parte en la que Denver había decidido irse a dormir al auto en donde encontraron el botón con las huellas de Berlín.
Literalmente estábamos jugando al gato y al ratón, en una ratonera en donde Nairobi corría atrás mío con la metralleta en la mano. Nos estábamos moviendo por la fábrica cerca de los rehenes estaban siendo custodiados por Tokio, la cual nos miró extrañada por nuestro comportamiento.
── ¿Viste a Denver?── preguntó Nairobi regulando el aire de la corrida que nos mandamos. Tokio negó── ¿Y Berlín?── otra vez la misma respuesta.
── ¿Por qué andan buscando a Berlín? ¿Ha pasado algo?── nos interrogó Tokio.
── Cuestión de honor, supongo── respondí.
── Vale, esto vamos a hacer; París busca en las plantas altas, oficinas, baños── ordenó Nairobi con autoridad extraordinaria── Yo iré por las cámaras acorazadas, te aviso si encuentro algo.
── ¿Y por qué Denver estaría en las cámaras acorazadas?── pregunté sin encontrarle sentido.
Nairobi me corrió la mirada, se mordió el labio y se pasó una mano por su largo pelo negro. Estaba mintiendo.
── ¿Qué está pasando?── volví a insistir.
── Parisina, te juro que te contaré todo── puso una mano en mi hombro comprensivamente── Pero ahora tenemos que encontrarlos antes de que se maten.
── ¿Alguien me puede explicar qué coño está ocurriendo aquí?── dijo Tokio molesta.
Pasé por las oficinas, la sala de mando, incluso por las máquinas que seguían imprimiendo nuestro dinero, pero Denver no estaba en ninguna parte. Ahora seguía caminando por el laberinto de los pasillos que iban terminando al baño, era mi última opción, era imposible que Denver se pudiera esconder tan bien.
