PRÓLOGO

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CINCO MESES ANTES DEL ATRACO

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CINCO MESES ANTES DEL ATRACO.

Como ciudadana de Madrid, me declaro completamente enamorada de esta ciudad. Había descubierto que sentía una debilidad ante las ciudades llenas de luces, el ruido, la gente o los edificios que iluminan el cielo por las noches. Me gustaba estar rodeada de gente y sentirme pequeña entre tantas personas, entonces mis problemas se mezclan con en el de cientos de individuos con historias diferentes. Nadie entre la multitud sospecharía de una ladrona de tacones y falda. Por eso le doy gracias a las mierdas de estereotipos que hacen una parte del trabajo por mí.

Una de las tantas ventajas de estar envuelta entre la multitud es que es mucho más complicado saber algo tan trivial como si todos están del mismo lado de la ley. Jamás una persona piensa que detrás de ellos se encuentra un ladrón listo para quitarte el bolso o la cartera, mucho menos cuando se trata de una chica bien vestida.

   Me encontraba sentada en la banca de un pequeño parque, adornado con columpios y toboganes, en donde los críos disfrutaban felices del día, reían a carcajadas con una inocencia envidiable; una inocencia que jamás yo iba a poder recuperar. Eso era algo que el destino me había quitado de las manos sin mi permiso. También unas parejas de jóvenes que reían o se besaban con lujuria un poco pasada de tono como para tratarse de un simple parque lleno de chiquititos.

Los padres despreocupados hablaban entre ellos sin mínima atención sobre sus hijos, joder, qué malditas ganas de hacerles entender que sus niños estaban en peligro mientras gente mala estaban cerca de ellos, gente como yo que se ganaba la vida robando.

Pero antes de calentarme la cabeza pensando en el resto, preferí sacar mi teléfono del bolso, me puse los auriculares con música cualquiera. Solo para ambientar el paisaje y dejar de pensar los cuatro minutos que duraba la melodía. Después saqué el almuerzo que me había comprado y comencé a degustar mi pobre ensalada demasiado desabrida.

── Lindas vistas estos parques, ¿no? Es relajante este lugar──habló una voz masculina sentada a mi lado, finalmente se animó a hablar de una jodida vez. Me miraba de reojo de manera torpe, su pierna temblaba y no dejaba de jugar con sus manos mirando su reloj.

 En realidad no estaba de ánimos para cruzar palabras y menos con un desconocido. Estaba muy cansada y de mal humor por la semana que me tocó.

 ── Si, los niños son muy tiernos── traté de ser cordial e intentaba llenarme la boca de comida para evitar responder.

 ── Son tan pequeños... e inocentes── lo miré extrañada por las palabras del tipo. Quizás era un psicópata.

Fruncí el ceño, ese tío no tenía ni una pinta de robarse niños, al contrario. Estaba bien vestido, portaba gafas que se acomodaba cada segundo, un tic. También llevaba un portafolios y un café en la mano. Era muy probable que trabajara cerca, pero no podía ser porque jamás lo había visto por este lugar.

honor among thieves  +.・ la casa de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora