¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
JUEGO SUCIO
Martes 16.28 P.M. NOVENTA Y DOS HORAS DE ATRACO
Ayudaba a llevar de las oficinas a la cámara acorazada las bolsas de euros envasados al vacío según Nairobi. Pesaban lo suyo la verdad, incluso Río había intentado que no me metiera, que podía solo pero prefería estar moviéndome de arriba a abajo de la fábrica que estar parada mirando como los rehenes se dedicaban a controlar su miedo hacia nosotros. Era un trabajo fácil, tomaba la bolsa y se la pasaba a Moscú en la entrada del túnel que nos llevaría al Profesor ya que por ahí también sacaríamos el dinero de aquí.
Desde las elecciones de Berlín todo se mantenía tenso entre la banda. Nadie había tomado medidas por ningún partido, lo que me parecía extraño de cojones porque Tokio era no era de quedarse quieta cuando algo no le parecía a su criterio.
── ¿Estás cansada?── preguntó Río cuando nos cruzamos en el camino, él de vuelta de la cámara acorazada y yo de ida con un fajo gigante entre mis brazos.
── Mientras más rápido hacemos el trabajo, más pronto nos estamos yendo chaval── sonreí intentando que no note que en realidad por dentro estaba cansada y destrozada de tanta presión.
Aníbal me miró de arriba a abajo pensándose algo, por lo que de inmediato me preocupé.
── ¿Todo bien?
── Sí... digo, yo sí pe-pero tú...── hablaba nervioso── Tú y Denver ¿ya... ya no? Vosotros habéis ¿terminado?
Suspiré dejando en el suelo la bolsa con los billetes porque ya me estaba comenzando a pesar, pasé una mano por mi cara frustrada de la situación pero al mismo tiempo tampoco culpaba a Río de tener curiosidad como todos, la diferencia es que él había sido el primero en preguntarme directamente.
── Eso creo.
── Sabes que tengo unas ganas de romperle la quijada al idiota ese── confesó Río── Porque hay que ser un gran gilipollas como para cagarla contigo, eres mucho más de lo que se merece. Eres más de lo que se merece cualquiera aquí y en cualquier parte del mundo.
No dije nada, sonreí pero esta vez de verdad sabiendo de que no estaba sola en este lugar lleno de nombres de ciudad. El único nombre que sabía era el de Río, Aníbal, porque al parecer era la única persona que conocía de verdad más allá de la careta y eso me llenaba porque me recordaba a Marcos de muchas maneras, algo que jamás pensé que volvería a encontrar desde que mi hermano se fue.
Me acerqué a él sin segundas intenciones, cosa que Río entendió de inmediato cuando me envolvió en sus brazos en un abrazo que me hizo sentir un poco más segura de que realmente era lo correcto. Apreté el agarre en su espalda intentando apegarme más a él, mientras que Río acariciaba mi pelo como consuelo a lo mal que lo estaba pasando, y a decir verdad, prefería los abrazos que los shots de tequila.