DIECISIETE: LA TEORÍA DE LAS VIBRACIONES

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LA TEORÍA DE LAS VIBRACIONES

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LA TEORÍA DE LAS VIBRACIONES

Miércoles 23.10 P.M
DOS HORAS DESDE EL TIROTEO

   Denver no era capaz de calmarse y no lo culpaba en lo absoluto, sin embargo ya me estaba empezando a poner de los nervios.

   Habíamos armado una cama poco convencional con los limitados recursos médicos que teníamos. Una mesa donde habían acostado a Moscú con un saco de dormir a modo de almohada, antes con Nairobi le habíamos cubierto con vendas las heridas de bala, pero como era de esperarse duró bastante poco ya que nuevamente se empezaron a manchar con la sangre que brotaba sin parar de su cuerpo.

   ── Helsinki, ¿cómo lo ves?── preguntó Moscú dirigiéndose al serbio.

   Nuestro compañero no sabía qué decir, hasta él sabía que nos estabámos enfrentando a algo grave y en su limitado español, Helsinki intentó buscar las palabras correctas bajo la expectante mirada de Denver.

   ── No es tiro en pierna── respondió nervioso── Estómago zona muy mala. Necesitamos cirujano.

   ── No van a meter equipo médico── solté tratando de no titubear── Me dijeron que no iban a cooperar, sabes como es Prieto, un hijo de la gran puta que no va por la vía de la negociación. Eso sí, dijo que tienen una ambulancia afuera esperando por ti── suspiré frustrada── Hice lo que pude, lo siento.

   ── No es tu culpa, París── susurró el minero con una vaga sonrisa para intentar calmar los ánimos── Ya le puedes ir diciendo a la policía que les den mucho por culo, porque yo no voy a volver a la cárcel.

   Asentí. El silencio que compartíamos los cuatro era pesado, miré a Denver sostener la mano de su padre e intentando tranquilizarse sabiendo que tenía que tener la cabeza fría, pero le era imposible.

   ── La verdad, ¿cuánto tiempo tenemos?── preguntó con una débil voz.

   Todos vimos a Helsinki esperando a que este respondiera, hasta yo comencé a sentir la ansiedad en mi cuerpo. Las heridas no tenía buena pinta por lo que la respuesta tampoco resultaría ser muy esperanzadora.

   ── Horas. Once, doce o trece── informó el serbio sin verse muy seguro── Pero sin cirujano no hacemos nada.

   ── ¿Cuántos impactos tengo?── le preguntó a su hijo.

   Los ojos brillosos de Denver no eran una buena señal de por sí: ── Son tres, papa.

  ── Joder, menudo algo que tengo ahí abajo, ¿no?── bromeó. Su hijo le sonrió forzadamente para hacerle sentir bien, por mi cuenta di un par de pasos atrás intentando respirar profundo── A ese muro le quedan tres picadas para pasar al otro lado, eso son diez horas de trabajo. Poneos a picar y yo me encargo de aguantar, ¿vale?

honor among thieves  +.・ la casa de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora