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PARÍS Y DENVER (PARTE DOS)
CUATRO MESES ANTES Viernes 00.13 A.M.
DENVER
Era completo hijo de puta y lo sabía. Realmente la había cagado con ella siendo un cabrón con todas las de la ley. La traté como la mierda toda la semana porque simplemente soy un imbécil que no sabe lo que quiere pero ella también se cansó y supe que era un capullo. Ahora me encontraba con todos los cojones que tenían en frente de su puerta después de pensar por horas en como ella me mandó a la mierda y era verdad que me lo merecía. París era de puta madre conmigo y yo le pagaba con mierda en la cara.
Ella me miraba con sus ojos verdes que le brillaban, sin embargo notaba cómo quería golpearme en ese mismo instante, iba en pijama de verano mientras yo estaba tan empanado con la situación que ni siquiera me había sacado la ropa de todo el día.
── Te escucho, Denver.
Me habló en un tono tan frío que me hizo sentir culpable, sonaba como si nunca nos hubiésemos quedado horas afuera ahogándonos en botellas de vino y contándonos cosas que jamás pensé decirle a alguien. Hasta ahora.
── ¿Puedo pasar?
París miró hacia adentro de su habitación un momento, incluso creí que había alguien adentro, algo que me hizo sentir mal.
── Dame un momento.
Ella me cerró la puerta en la cara, yo solo me quedé parado repasando todo lo que quería decirle, cada palabra perfectamente calculada para no volver a cagarla con ella, eso ya sería de imbécil. Mi mano golpeaba mi pierna de lo ansioso que estaba, nadie me conocía mejor que yo por lo que sabía que podía joderlo todo en cualquier segundo.
La puerta se volvió a abrir un poco pero no estaba ella, me asomé un poco a ver si quería que pasara, París estaba sentada en su cama perfectamente ordenada esperando que yo finalmente entrara. Así lo hice y me sorprendí lo delicado de su habitación, era la única con paredes blancas con cortinas del mismo color, con una cama de dos plazas con cobertores también blancas, con un cuadro de un niño que nunca ha mencionado lo que me causó curiosidad. Tenía una mesita de noche con pastillas y un vaso de agua mientras que el otro tenía un libro con un par de apuntes encima.
Tanto blanco parecía un hospital.
París también se había arreglado un poco, se quedó con los mismos pantalones cortos de pijama pero se tapó con un polerón suelto y además se arregló un poco el cabello decolorado medio rosado que me molaba bastante, estaba menos desordenado.
── ¿Vienes a hablar o solo a hacer el tour de Francia?
Asentí y me despabilé en tres coma dos segundos, ella me miraba desde su cama mientras yo solo me quedé de pie en el mismo lugar.
