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DULCE MÁS ALLÁ
UN MES ANTES 13.21 P.M.
Bajé las escaleras caminando como si nada, actuando normalmente lo hubiese hecho un día cualquiera. Pasé por al lado de Nairobi que me ofreció alguna cosa pero que negué amablemente, siguiendo con mi camino hacia el único lugar seguro de esta casona. Con la misma sonrisa de siempre, actuaba como si El Profesor no me hubiese dicho lo último en nuestra conversación.
Era absolutamente consciente de la fecha, sinceramente me sorprendí cuando El Profesor me confesó en tono de condolencia que él también sabía que hoy era esa fecha que marcaba en mí.
Cerré la puerta atrás de mi espalda. Sentía mi rosto serio, sin emociones algunas siendo el reflejo de nada ahora mismo. De esa forma dejé los archivos de los atracadores escondidos dentro de un cajón cualquiera para evitar que alguien los descubriera, aunque ahora que lo pienso la única persona que se paseaba por mi habitación era Denver, y dudaba si volviera hacerlo.
Como si no tuviera que hacer nada, me tomé la libertad de sacarme el jean para cambiarlo por un pantalón suelto de pijama. Así me sentía más cómoda dentro de mi propia soledad.
Tomé asiento en la orilla de la cama, justo al lado de la mesita de noche que tenía un cuadro sencillo de color rojo. Adentro la foto con mi hermano, en donde él me sostenía en sus hombros cómicamente, ya que en ese momento nos había parecido hasta gracioso hacerlo. Hasta yo misma me impresionaba de lo perfecto que recordaba tal día con él, y seguramente era de mis mejores recuerdos en mi relativamente corta vida.
De la nada ya me encontraba sonriendo como idiota frente a ese trozo de papel, mirando fijamente las facciones de Marcos que eran una mezcla perfecta entre nuestros padres. Toda la vida he creído que él siempre fue el 'guapo' de la familia porque toma ya lo bueno que estaba ese hombre con su pelo rubio y sus ojos claros, todas las chicas estaban atrás de él. Aunque tampoco creía que era simplemente por esa razón; Marcos era la persona más buena de toda Europa, pero como decía toda mi familia, no por ser buena persona te van a tocar cosas buenas, ¿no? Porque así funcionaba el mundo.
La primera lágrima salió tímidamente, no era por pena, era un reflejo de la nostalgia que me daba ver esa imagen. Pensaba en cómo cojones terminé aquí, encerrada estudiando un robo en vez de ejercer mi carrera como lo hubiese hecho cualquier persona normal. De niñata rica o hija de papi, pasé a graduarme como ladrona a tiempo completo aunque de eso no me sentía orgullosa.
Inesperadamente unos pequeños golpes en mi puerta sonaron contra la gastada madera. Limpié mi rostro y a pesar de que nadie estuviera conmigo para verme, igualmente puse mi mejor cara.
── ¿París?── preguntó Río── ¿Estás bien?
── Sí, tranquilo, tío, pasa que tengo una gripa de mierda y no quiero contagiaros── respondí rápidamente sonando convincente.