VII. A Sample; Part 3

1.8K 246 171
                                    

Es una chiflada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Es una chiflada.

Sus dedos finos han acariciado cada una de las telas que se han cruzado en su camino, mientras pasea sus ojos esmeralda por los rincones con su delicado entrecejo fruncido como si hubiera venido aquí dispuesta a amueblar su casa, aunque seguramente no lleve un duro, igual que yo. Cada tanto me observa sobre su hombro y hace una mueca de "¿Qué te parece éste?" Cuando señala con malicia evidente los muebles más ridículos que he visto en mi vida. Y yo, que sigo su paso en medio del salón, le pongo un gesto a gusto de "Pero qué chulada", sobre todo cuando me enseña ese sofá que parece quitado de una obra de Pablo Picasso y en el que no sabría ni cómo sentarme.

Mientras veo su culito pavoneándose con gracia exagerada por los pasillos, cual reina de Inglaterra, una risa inadvertida me burbujea en los labios arrancándome la inapetencia; me toca admitir -extrañado- que Lucy Lee es lo único bueno que me ha sucedido en las últimas semanas. Y es que parece tener el don de cruzarse en mi camino cuando ya no hay cerveza que me quite la pesadez. Tengo que admitir también, que aún delgada como un poste se las arregla para lograr que no le quite los ojos de encima; será por esos estrafalarios pantalones a cuadros amarillos, que bien podrían venderse en esta tienda.

Al alcanzar un stand en plan "oficina de abogado", lo observa fijo un momento y vuelve a echarme una ojeada. Esta vez, sus iris claros centellean con una gracia diferente y sé, cuando aprieta los labios, que va hacer una de las suyas.

Después de acariciar el oscuro ébano de la mesa de escritorio se sube a la caseta, y yo miro hacia los lados porque estoy casi seguro que no está permitido montarse en las escenografías. Pero el chirrido de la silla me hace volver la cabeza, justo en el momento en que Lucy da una vuelta en ella y apoya sus manos de dedos cruzados sobre el escritorio.

—¿Qué haces? —no puedo evitar soltar una risa incrédula.

¿Así que necesita de mis servicios? —dice, poniendo un tono incluso más grueso en su voz, con su espalda recta.

¿Está imitando un abogado?

Su mano huesuda me señala la butaca frente a la suya.

—Lucy...

Tome asiento, por favor. —Suspirando para contenerme, vuelvo a echar un vistazo a los costados y tal vez sea por el par de cervezas, que le sigo el rollo; me siento frente a ella al otro lado del escritorio y apoyo en el piso la bolsa con las latas, descansando un tobillo sobre mi muslo opuesto y cruzando también los dedos de mis manos, observándola fijo mientras pellizco mi labio con mis dientes para no perder el papel—. Entonces, le han quitado la custodia de sus hijos.

Al final, me río.

—Pues eso parece...

—¿Es verdad que quería hacer muebles de vanguardia con ellos?

—Madre mía...

Repito: es una chiflada. Y le va de maravilla, porque no importa la magnitud de sus palabras, su rostro magnífico continúa siempre imperturbable, como si el mundo estuviera igual de loco que ella. Antes de que pueda pensar alguna respuesta igual de ingeniosa, los pasos entre las casetas se escuchan firmes y decididos, y mis ojos crecen viendo los de Lucy hacer lo mismo. Por eso no tardamos mucho en ponernos de pie escopetados y dar unas zancadas fuera de la escenografía, y gracias al cielo Lucy es más lista que yo, porque recupera nuestras bebés que he dejado abandonadas junto a la silla.

Allies ✦ Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora