VIII. What moves us; Part 1

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Que sí, que no, que sí, que no

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Que sí, que no, que sí, que no.

Mis sandalias planas siguen solas el camino mientras mis ánimos se caldean.

Es lunes, el sol brilla violento, y he perdido la mitad de mis apuntes de clase por andar en las nubes. Esas bien oscuras y densas que Samuel ha instalado en la parte trasera de mi cabeza, y que no me permiten enfocar mi atención en nada.

Sigo algo cabreada con él, pero en un nivel más arriba en mi escala de cabreo, se encuentra mi propio nombre, allí en el podio, porque: ¿desde cuándo me dejo afectar así?

Menuda mierda.

Dios sabe que desearía hacer uso de mi talento de "Me la suda" y estar vagando en otra cosa. Que por cierto, tengo material. Por ejemplo: lo sorprendentemente cerca que estuve de besar a Jungkook la otra noche, o en lo bonito que se veía incómodo a tope en la puerta de mi casa. Como chaval en peli americana que no sabe si dar un beso o salir corriendo. Ha decantado por la opción correcta, la de despedirse con un sencillo "Nos vemos pronto".

Y estaba en lo cierto, porque heme aquí, enajenada con esta nueva yo y sus cuestiones, abriendo con un tirón la puerta de hierro de su bar. Y que ya me anime a llamarle bar tiene que ver con el aspecto que luce dentro. La barra de madera negra brilla como nueva y una pared de ladrillos vivos se yergue tras ella. Y no creo que Jungkook la haya revestido en un fin de semana por lo que asumo, estaba escondida tras el polvo. En la esquina de la barra descansa un equipo de sonido que no estaba allí antes; es aproximadamente de mi tamaño, lo cual no denota su potencia sino su longevidad.

—Mierdaputa. —escucho murmurar tras un golpe seco.

Sé que es su voz, pero me confunde un poco cuando no identifico de dónde viene, hasta que el chirrido metálico me hace llevar los ojos al escenario, y más arriba. De dos en dos Jungkook desciende los escalones de una escalera de trabajo que descansa en las tablas y contra la pared, cuál bombero experto llega al suelo, y cuando recoge la brocha que parece habérsele caído sobre las telas que cubren la tarima, su mirada encuentra la mía; su media sonrisa chispea en su mandíbula dura y ¡bam!: ¿es que mi día ha mejorado de pronto?

—¿Blanco? —pregunto obligando a mi mente a cambiar de foco, observando el enorme muro tras el escenario, ese que termina en pico en el punto más alto de este lugar; es allí mismo, en la zona más alejada, donde parece haber comenzado a pintar.

Jungkook deja la brocha en el cubo y de un salto limpio baja de allí, a la vez que se pasa un trapo entre las mano y camina en mi dirección. Su camiseta gris de cuello raído no deja nada a la imaginación cuando se adhiere a su pecho y clavícula, donde se ha ensuciado de pintura, al igual que sus brazos que, sí, no puedo dejar de ver. Cuando llega a mi lado se frena, arroja el paño sobre su hombro y de brazos en jarra ve al mismo sitio que yo, como admirando su obra.

—Es que, tengo... una idea rondando en mi cabeza desde ayer. —termina, con su tono decantando poco a poco en el que utilizarías en una charla contigo mismo. Inhala un toque por su nariz y se pasa el dorso de su mano por ella aún mirando al frente, esparciendo un bigote blanco sobre su labio superior y parte de su mejilla; la garganta me cruje en una risa ahogada mientras le observo—. ¿Qué? —pregunta entonces, viéndome confuso.

Allies ✦ Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora