X. Craving for you;

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Que si hombre, que si, estás entendiendo bien

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Que si hombre, que si, estás entendiendo bien.

Mientras él traga grueso yo afirmo más mis dígitos en su antebrazo y puño, como un intento de afirmar también mis intenciones, las cuales ni por un segundo me detengo a contemplar. Paso totalmente de los posibles inconvenientes que esto acarree, igual que paso de la vibración que vuelvo a sentir en mi bolsillo.

"Quiero contarte de tu puesto en Inglaterra, anda, hablemos".

La duda y ansiedad me revuelven el estómago al pensar en tener esa charla con Samuel.

¿Debería decir que si? Es lo que necesito.

Pero no estoy lista para esa decisión, es por eso que prefiero reír con el niñato y concentrarme en su boca apetecible, y como se ajusta al igual que su garganta, con el bonito bigotito blanco coronando esos labios. Sus ojos fijos en los míos. "Me encantas" ha dicho, y por Dios, siento que podría derretirme de una manera ridícula, ¿qué pasa conmigo?

Lo que sea que suceda, ya no importa; afuera Sam, las deudas y la ética laboral, no cabe lugar a cuestionamientos, análisis, ni mierda alguna, porque la frente de Jungkook cae en mi frente, y el suspiro que dan sus labios me hace saborear los míos, como un impulso incontrolable por tener algo de él. Pero no hace más, allí se estanca, respirando sobre mi rostro, bloqueándose, observándome la boca, como si fuera compleja cual teoría de la relatividad. Como si buscara valor en algún lugar inalcanzable. Su pecho se agita sobre mí, y nunca me he puesto nerviosa al enrollarme con chicos pero de pronto es como si Jungkook sacudiese mis seguridades sustituyéndolas por sus titubeos; su corazón reta al mío a bailar a su son, y parece que no tuviera opciones más que seguirle.

Ya. No lo resisto.

—Joder, que me be-

Gracias, Jeon Jungkook, por cerrarme la puta boca.

Me da igual la torpeza de sus labios al estrellarse contra los míos porque mi cuerpo grita "¡Aleluya!" Y mi mente se silencia, cargándose por completo las conclusiones de esta mañana, y aún así, en autotraición, sonrío bajo la presión del beso y suelto su antebrazo para sostener su cuello, porque temo que su incertidumbre le haga de pronto abandonarme. Es por eso también, que aprieto mis labios en torno a los suyos.

Se presionan suaves y se despegan apenas, sutiles, y ahí nos quedamos, separados por un fino muro de respiraciones largas y miradas cortas, demasiado fugaces entre nuestros ojos, oscilantes e ilusionadas. Sé que está pensando en si es que ha estado en lo correcto, sus esferas negras gritan su duda, y es que yo también la tenía, pero la verdad es que ya no recuerdo que parte de esto me parecía una idea fatal. Recalculando: comerle los morros a Jungkook es un planazo para un lunes a la tarde.

Por eso tomo el turno de dar el siguiente paso, y despacio vuelvo a trenzar nuestras bocas con poca presión aunque muchísimas ganas, como un repertorio de caricias entre nuestros labios, la abro apenas para marcarle el nuevo camino: Arriba, abajo, despacio e inseguro, aleteando, casi como un juego que él entiende al instante. Rozándonos poco y respirándonos mucho... Joder, este es el beso más sensual de mi existencia. Nos vamos volviendo una madeja de labios húmedos y exploradores que con paciencia y cuidado buscan amoldarse al otro. Así, como si el tempo de la vida lo marcaran nuestros besos. Despacito, diligentes, con el mismo cuidado con que sigues una receta por primera vez.

Allies ✦ Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora