XXVII. Be Afraid;

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En unos pocos días parto a Londres

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En unos pocos días parto a Londres.

Las pilas de ropa en mi cuarto, las maletas y todos mis documentos dispersos sobre mi escritorio, han dejado de irritarme. Es como si cada mañana no llegase en realidad, vivo en el letargo de la noche, y aunque sonría cada vez más, lo hago con menos ganas.

Qué sencillo es acostumbrarse a lo que no deseas.

La vida me resulta un poco bruja, cuando deduzco que retroceder parece ser infinitamente más fácil que avanzar. Y claro, menos gratificante.

Tal vez esa es la razón por la que no he logrado dejar de dar vueltas sobre esa idea. No he podido abandonar esa cierta culpa conmigo misma, ese sentimiento de deuda. Cuando cae la noche y me voy a la cama, trato de ignorar el hecho de que cada nueva mañana no promete nada que realmente desee. Cuando dejo de sonreír con falsa emoción y ni siquiera puedo repasar las conversaciones que tuve en el día porque me encuentro más ausente que nunca, y apoyo mi cabeza en una almohada que no guarda nada de su aroma, es cuando esa batalla interna vuelve al fuego cruzado, como si dos mitades de mí estuvieran enemistadas. Ambas seguras de llevar la razón. En mi cabeza nunca silenciosa siempre está el eco de su voz: "Está mal, cariño, tu felicidad no vale menos que la de los demás", resonando como causa de esa guerra. La Lucy que dice que sí, la otra que asegura que no.

Y durante el día vuelvo a intentar ser amiga de la idea. Aunque se sienta como caminar a contrapendiente.

¿No debería la decisión correcta causar satisfacción? Estoy dudando a cada hora del día, porque cuando me dejo sentir, lo que florece en mi estómago no se acerca en nada al placer, ni siquiera a ese miedo al que le había cogido gusto.

Y es que, ¿cómo podría? ¿Cómo podría estar tan segura después de haber visto la tristeza en la mirada de mi hermana? ¿Cómo puedo aferrarme a la certeza tras el sabor amargo que Jungkook me dejó con ese beso?

Jude aún no habla conmigo. Lo último que me dijo fue "Estoy camino al centro" tras llamarme al móvil mientras yo le buscaba desesperada; inmediatamente después, cortó la llamada. Cuando llegué allí y la vi en la sala de visitas no supe cómo reaccionar. Quise reprenderla, pedirle perdón y echarme a llorar, todo a la vez. Las lágrimas causadas por mil razones se adueñaron de mi garganta y acopiaron contra mis ojos, pero respire profundo y me acerqué a ellas, y sin mencionar siquiera mi partida, pasamos la tarde allí, bajo el placebo de una conversación de rutina en la que mi hermana no desviaba hacia mí sus ojos. Supongo que mamá notó que algo no iba bien, pues su mirada no dejaba de estudiarme. Su sonrisa llegaba con demora a sus labios mientras oía a Judie hablar hasta el hartazgo de cosas insustanciales, lo que suele hacer cuando está nerviosa, angustiada o apenada: actuar como si nada sucediera. 

—¿Aquí es? —pregunta Samuel, su cuerpo inclinándose sobre el volante de su automóvil para leer la marquesina del restaurante. Respondo que sí con mi garganta, mientras a través de los ventanales la busco a ella.

Allies ✦ Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora