Allies ✦ Jeon Jungkook

XXIX. Cards on the Table; Part 2

He intentado seguir mi rutina lo mayor posible, pero honestamente, hoy se me está haciendo especialmente difícil. Creí que el hastío de anoche se esfumaría en mis sueños pero esta mañana me he despertado desorientada. Como si mi decisión flaqueara, la siento extraña, ajena. Es la misma sensación que tienes al repetir una palabra tanto, que pierde el sentido.

¿Es que de verdad voy a irme?

Como si fuera un día más asistí a mis clases, supongo que lo rutinario es para mí como un calmante, una cierta manera de abrazarme a mi zona de confort, por más enclenque que esta esté.

A pesar de que cargué todo el día mi carta de renuncia a la universidad, no fui capaz de presentarla. Dejar la carrera es lo que menos me angustia de este nuevo camino, y nisiquiera así pude hacerlo sin enfado. He intentado no pensar el porqué, simplemente, podía esperar un poco más. Frente a esa sencilla resolución, una extraña sensación de control me hizo entender que había olvidado rápidamente lo que se sentía adueñarte de tu vida, y quise conservarlo, aunque sea por este margen de veinticuatro horas que me he tomado.

Tal vez fue porque Soyoung no me dirigió la palabra al cruzarnos, incluso cuando la saludé, de todas formas imaginé que así sería luego de haberme visto con Joonha. O quizá es por esa misma chica, Joonha, que me ha causado una reciente y repentina curiosidad de la que hubiera tenido que despedirme sin más. Puede que haya sido esa bonita foto del bar anunciando en redes la presentación del próximo fin de semana del que no seré parte. O el hecho de que imaginé a Jungkook tomándola con esmero, buscando el ángulo justo y pensando el pie de la publicación con su eterna vacilación a cuestas. Lo cierto es que nada de lo que ha sucedido hoy, por pequeño que haya sido, ha ayudado a mermar ese sentimiento de duda. Y lo que realmente no sé es si estirando las cosas estoy ofreciéndole una despedida a mi vida, o por el contrario, es que cada diminuto detalle me parece suficiente para no dejarlo todo atrás.

Me pregunto si estoy buscando una nueva excusa al programar una visita a la clínica en cuanto salgo del campus.

Aprieto la bolsa en la que llevo las galletas favoritas de mamá, que compré de camino a aquí, mientras empujo la puerta y escaneo el lugar. Cuando la ubico en la sala, me toma por sorpresa que no se encuentre sola. Y allí en el pedestal de lo correcto, una vez más en el día, la decisión vuelve a temblar. En cuanto la sonrisa le ensancha los labios, papá y Jude miran por encima de su hombro. El gesto de él luce esa misma mueca esperanzadora pero mi hermana, por el contrario, apenas alcanza a sostenerme la mirada un momento antes de bajar la vista. ¿Qué es esto? Noto que sus ojos descendiendo no encierran rencor como el que me había dedicado estos últimos días, y ajusto el ceño confundida por eso. Sus pestañas se agitan en dirección al suelo, su cuerpo se vuelve aún más pequeño y reconozco como siempre el significado de su expresión: está atemorizada. Cuando la chica que entra detrás de mí debe frenarse en seco para esquivarme, es cuando reacciono y vuelvo a emprender el paso.