Última Oportunidad

Capítulo 40

-Joaquín Bondoni.

Después de haberme pasado toda la noche en vela lamentándome por mi comportamiento y pensando en lo que haría para remediar mi error, llegué a la conclusión de que lo mejor sería disculparme con Emilio -obviamente- para después contarle todos mis miedos y preocupaciones respecto a las situaciones que estamos teniendo.

Aunque también por las que tendremos a futuro.

Mi mas grande error fue no confiar lo suficiente en él y guardarme todas mis preocupaciones para mí mismo sin detenerme a pensar en lo mal que el estrés podía llegar a hacerme actuar ante los problemas cotidianos y mis personas más queridas. Todos estos días que me había mantenido distante, Emilio se mostró demasiado preocupado y aprovechaba cada oportunidad para preguntarme si estaba bien o si deseaba contarle algo. Yo realmente deseaba hablar con él, pero los pensamientos negativos me envolvían rápidamente y terminaba quedándome callado o respondiendo de manera demasiado cortante ante sus preguntas cargadas de preocupación.

Ciertamente mi mal comportamiento fue el detonante de la horrible conversación que sostuvimos la noche anterior, la cual lastimosamente terminó con él abandonando la casa y nuestro hijo encerrado en su habitación llorando y culpándose por algo de lo que no era responsable. Al escucharlo, intenté entrar a su habitación para consolarlo y pedir su perdón ante mi mal comportamiento con él, pero únicamente ignoró mis disculpas, me pidió que lo dejara solo y me rogó que no siguiera comportándome así con su papá y con él ya que los estaba hiriendo a ambos.

Eso realmente me partió el corazón, por lo que me dispuse a levantarme temprano para estar al pendiente de la llegada de Emilio y así apresurarme a pedirle una disculpa, además de tenerle a Alex su desayuno favorito listo para cuando despertara.
Mi hijo quedó encantado con en desayuno tan completo que no acostumbraba a tener por motivos de tiempo o simple costumbre. Lo disfrutó demasiado que hasta llegó a pedirle a Gianna que le sirviera una vez más, obviamente le pedí que le diera menor cantidad de comida ya que tampoco quería que enfermara del estómago al estar solamente a un día de nuestro ansiado viaje familiar.

Joaco: Alex -llamo una vez ha regresado de lavar sus dientes y manos después de haber terminado de comer. Él toma asiento en una de las sillas del comedor y me mira algo curioso ante el llamado tan repentino- ha llegado el momento de disculparme contigo -suspiro dejando los utensilios de lado para sentarme junto a él- realmente deseo disculparme por mi comportamiento de ayer y todos los días anteriores. Te dejé de lado sin desearlo y terminé hablándote de muy mala manera sin detenerme a pensar en si te estaba dañando con mis actitudes. Quiero que me perdones y me creas cuando te digo que nunca fue mi intención dañarte ni hacer que la casa se llenara de tensión. Ls verdad me dejé llevar por el estrés y me concentré mucho en mi propio sentir que ni siquiera me percate que los estaba lastimando a ustedes. Te prometo que esto no volverá a repetirse, intentaré arreglar las cosas con Emilio y jamás volveré a ser tan egoísta como para no pensar en tí.

Alex: No te preocupes papá, ya pasó. Sí me lastimó un poco la forma en la que me hablaste, pero durante la noche entendí que reaccionaste de esa forma porque yo me encargué de presionarte. Sé que tú no eres malo ni deseabas hablarme así por lo que ese incidente ya quedó olvidado.

Joaco: ¿Entonces sí me perdonas?

Alex: Te perdono, aunque también quiero pedir tu perdón por haberme portado mal contigo y por haber causado una pelea entre mi papá Emilio y tú -pide avergonzado bajando su mirada-

Joaco: No tengo nada que perdonarte, además esa pelea llegaría de manera inevitable si yo seguía comportándome de esa manera con tu papá. Tú sólo me ayudaste a darme cuenta que estaba haciendo mal, así que te agradezco aquello -él sonríe antes de aventarse a mis brazos-