UNO

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Mis ojos lo admiraban.

Todos los días lo hacían.

Me encantaba la manera en que sonreía, me asusto al principio, pero aprendí con el tiempo que no habría nada que me gustará más que verlo sonreír. Que verlo latir.

Conocí a Cuauhtémoc López cuando tenía apenas 15 años.

Se mudó junto con su familia de Toluca a Oaxaca, y la verdad sea dicha; me volvió loco desde el primer momento.

Nunca había conocido a nadie con quien pudiera hablar tan bien, nunca había conocido a alguien que me escuchara como si lo que dijera fuera lo mejor del mundo, nunca había conocido a alguien que estuviera tan emocionado por ver o escuchar cualquier cosa que quisiera mostrarle. Nunca había conocido a nadie que me hiciera sentir tan seguro, tan ajusto, tan cómodo. Tan complementado.

Con él comprendí muchísimas cosas y aprendí otras.

Con él aprendí que la amistad es de las cosas más valiosas que existen en el mundo. Con él entendí que las buenas personas si existen y que el apoyo puede ser realmente incondicional. Con él aprendí que hay veces que salir de tu zona no es tan malo, y que puedes encontrar un mundo totalmente nuevo fuera. Con Temo aprendí que no importa que tan duro sea un momento, todo al final mejora.

Con Temo aprendí que el corazón nunca se equivoca.

Con Temo aprendí a brillar.

Con Temo aprendí a amar.

Me tarde mucho en entender que Temo encendía cosas en mí que nunca había sentido con nadie. Me tarde mucho más en dejar de tener miedo, y me tarde solo un poco más en aceptarlo. Me tarde casi nada en hacer algo al respecto.

Aún recuerdo muy bien mis sentimientos al cien cuando me le declare frente a todos con una de mis canciones, en el patio de la escuela. Los colores están tan vividos en mi mente; puedo incluso recordar exactamente de qué color era cada letra que sostenían mis amigos, las cuales formaban la palabra: Aristemo.

Recuerdo su sonrisa, recuerdo sus mejillas sonrojadas y sus ojitos brillando de felicidad al verme bailar y cantar por y para él. Al igual que recuerdo mis nervios al comenzar a hablar:

-Después de tanto tiempo; después de haberte conocido, y de casi haberte perdido. -comencé con voz sumamente nerviosa.- Me di cuenta de que ya sé lo que quiero. O más bien; ya sé con quién quiero luchar contra todo. -me sentí menos nervioso al notar su sonrojo; quería decir que no era el único muriéndose de nervios.- Y hoy aquí, frente a todos. Quiero decirte que... ¡Que somos Aristemo! -grite mucho más que preguntar; pero en ese momento estaba tan emocionado que no me importo.

Recuerdo con un cosquilleo la manera en que se frunció el ceño al no entender mi pregunta. Sus ojitos me miraron confundidos, mientras que miles de emociones me cubrían al no obtener respuesta. Pensé lo peor, pero en el momento en que pregunto:

-¿Somos Aristemo?

Su silencio tuvo más sentido en segundos, pues no había entendido mi pregunta. Sonreí como baboso antes de aclarar:

-Esa es una pregunta que debes responder tú, Cuauhtémoc López.-dije aún nervioso. Dios, no había sentido tantos nervios juntos antes de conocer a Temo.

O bueno, en realidad no había sentido nada con nadie antes de Temo. Mi Temo.

Recuerdo la sonrisa tan grande que apareció en su rostro al entender a lo que me refería, y sonrió mucho más recordar mi propia sonrisa al escucharlo decir:

Welcome to our new life || Aristemo. [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora