SIETE

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•••

La manera en que me miraba era como si en realidad estuviera peor que yo, pero eso era imposible. De los dos; yo era el que estaba más sorprendido. Eso era bastante evidente.

Por el amor de Dios, debía ser una broma. Una de las malas. Muy ridícula para ser cierta y muy cierta como para ser divertida.

El chico de ojos lindos me seguía mirando con los ojos abiertos de par en par, mientras sostenía con evidente fuerza la puerta del departamento de enfrente, aquel departamento que había estado vacío desde hace más de un mes, y que ni siquiera sabía que tenía nuevo dueño. ¿Qué rayos hacia ahí? ¿Qué rayos hacía enfrente de mí? ¿Qué rayos estaba haciendo ahí parado mirándome?

Mi boca se abrió para preguntar aquello, pero antes de que pudiera hacerlo, la voz que no había dejado de escucharse en mi oído, apareció de nuevo, casi dejándome sordo.

–¡Te estoy preguntando si estas realmente bien! –dijo Diego del otro lado de la línea. –Temo, te dije que te quedaras conmigo, no puedo creer que casi te atropellaran, amigo. ¿Quieres que vaya a tu departamento? No me molestaría dejar los preparativos de la fiesta sorpresa de Mateo, puedo ir un rato.

Y entonces me sonroje a más no poder, pues recordé nuevamente lo sucedido hace más de cuarenta minutos atrás; el chico de ojos lindos me salvó. Pero en realidad, lo que me hizo sonrojar y sentir mi corazón latiendo intensamente fue lo que paso después de salvarme. Oh Dios, por favor llévame contigo.

¿Qué demonios le dije mientras lloraba desolado en su pecho? Debo haberme vuelto loco, completamente loco como para haber hecho aquello. Loco. ¿Cómo rayos se te ocurrió abrazarlo de esa manera y contarle prácticamente tus problemas?

|| —Yo solo no quería estar solo en mi departamento. –recuerdo haber dicho mientras me abrazaba al hombre desconocido como si mi vida dependiera de aquello. –Yo no me sentía muy bien... Tenía un mal presentimiento. –Ahí salieron mis mocos por primera vez. Qué vergüenza. –Entonces no quería estar solo... pero salir fue peor. Porque aunque estuviera con Diego y Melissa me sentía inseguro. Entonces fue con Jerry... Pensé que tal vez ver a mi novio ayudaría. –Perfecto Cuauhtémoc, menciónale toda tu vida y patética existencia al hombre guapo con ojos perfectos. Sentí mis mejillas quemar.

¿Ayudo? –había preguntado con esa voz suave que se me hacía tan conocida.

No, lo empeoró.  ||

Dios, Dios, Dios, Dios. Qué vergüenza. ¿Por qué rayos no pude callarme?

—Tú... -dijo el chico que tenía enfrente, llamando mi atención, y haciéndome temblar nuevamente con su voz. Dios, era un tontería, ya lo sé, pero su voz... Diablos, su voz. –¿Qué? ¿Vives... aquí?

Y sin más, entre al departamento corriendo y cerré la puerta.

Me recargue sobre ella como si mi vida dependiera de ello, lo cual era bastante tonto si lo pensaba bien, pues era más que obvio que el chico de al lado no podía entrar. Pero no me importaba, la vergüenza por lo dicho y hecho hace cuarenta minutos era peor. Mucho peor.

¡¿Temo?! Si no me contestas iré ahora mismo. —la voz de Diego me hizo recordar a qué había salido al pasillo. Respiré hondo.

—Estoy bien. —digo sintiendo mis mejillas arder todavía. —Creo que el paquete que dices todavía no ha llegado. —miento, ya que ni siquiera llegué al elevador. —¿Seguro que Julieta dijo que me lo mandaría a mi?

Me despegó de la puerta con cautela, aunque como he dicho, es demasiado tonto que piense que en cualquier momento el chico lindo va a entrar, no tiene llave.

Welcome to our new life || Aristemo. [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora