NUEVE

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La boda de Diego había llegado.

Todo estaba listo; el pastel, los trajes, los padrinos, el lugar donde se llevaría a cabo la ceremonia, la recepción de la fiesta, las flores, la comida, los novios, los invitados y por supuesto la música.

Después de ese encuentro tan condenadamente intenso con Aristóteles trate de actuar lo más normal que podía a su alrededor, aunque no estaba siendo completamente fácil, todo lo contrario. Su confesión había sido repentina, y me había dejado con el corazón latiendo a todo lo que daba, incluso después de salir de su departamento y correr prácticamente al mío, era lo único que podía pensar, e incluso cuando no pude dormir, no podía dejar de pensar en que todo esto estaba siendo un sueño.

Uno muy loco si me lo preguntaban.

Porque soñar con alguien que no conoces durante 8 años ya era suficientemente loco, y me jodia lo suficiente la cabeza, pero darte cuenta que en realidad la persona que con la sueñas tiene nombre, y rostro, y por cierto es el guapo vecino que se acaba de mudar, lo hacía más increíblemente desquiciante. Totalmente desquiciante.

Así que sí, verlo todos los días durante la última semana para ponernos de acuerdo sobre la canción que cantaría en la boda de Diego y Mateo, había sido una pelea constante de mi mente contra mi tonto corazón.

Porque no podía dejar de sonrojarme al mirarlo, porque no podía dejar de pensar en aquellas palabras saliendo de su boca, porque no podía dejar de pensar en la manera en que mi cuerpo se sintió quemar cuando nuestras miradas se encontraron de esa manera, porque cuando lo veía sonreír o lo escuchaba cantar, no entendía como era que todo me parecía completamente cómodo y familiar.

Trate de conectarlo con el hecho de que Carlota escuchaba sus canciones en el trabajo, pero una parte de mí me decía que lo que sentía iba más allá de una simple coincidencia. Podía sentir una conexión. Una conexión totalmente fuera de mi mente, y probablemente de mi cuerpo.

Y es que la idea de que había estado soñando con Aristóteles de esa manera durante prácticamente un tercio de mi vida, y luego darme cuenta de que era real, que era mi vecino, y vivía en Oaxaca era simplemente demasiado.

Porque aún recuerdo la razón por la que quise ir a Oaxaca en ese entonces.

Una boda.

Había soñado con una boda, pero esta no era exactamente en esa iglesia, sin embargo mi sueño como tal si comenzaba ahí. El sueño prácticamente consistía en mí con un traje blanco, y con mi mano entrelazada a la suya, mientras entrabamos a aquel lugar con unas sonrisas intactas en el rostro –Sí, últimamente todos mi sueños ya tenían su rostro completo, y eso también me estaba volviendo loco– nos sentábamos en una banca cerca de la virgen, y comenzábamos a hablar con... mamá.

Fue extraño, bueno como todos mis sueños, pero en ese momento fue un extraño diferente, porque pude sentir realmente una conexión con ese ser de ojos color miel, porque podía jurar que mi madre me estaba escuchando, podía jurar que ella estaba ahí, y que ella estaba feliz de tenernos ahí.

Después mi sueño se transporta a una hermosa recepción, la cual estaba adornada de una forma completamente hermosa, con luces y flores por todos lados, y un bonito lago a lado de este lugar, lago donde recuerdo besarme con el chico de ojos color miel después de haber concluido la boda más linda que alguna vez imagine. Solo que en ese momento no estaba imaginando nada; estaba soñando.

Un sueño hermoso. Uno que me removió tanto el suelo que mi primer pensamiento al despertar, fue mover como loco a Jerry, quien dormía a mi lado, y convencerlo de ir a Oaxaca, con la estúpida excusa de querer pasar tiempo con mi novio, cuando en el fondo sabía... sabía que quizá, solo quizá quería sentir esa conexión.

Welcome to our new life || Aristemo. [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora