EPILOGO

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Hay cosas en nuestro mundo, que parecen realmente imposibles.

Hay cosas que suceden en nuestro día a día que nos hacen sentir realmente sorprendidos.

Pero también hay cosas que no. Hay cosas que no nos parecen reales hasta que pasan. Como el hecho de que al perder una persona, y no tener ni idea de si algún día, en algún momento, la volverás a ver.  

Eso nos da una gran lección, aprecia y ama a todos aquellos que te rodean, pues hay momento en los que la vida nos sorprende, y ya no hay vuelta atrás. No todos tienen en su poder, un collar que los ayuda a recuperarlos. A recuperar el tiempo perdido. 

Así que por favor, ama de más y odia menos.

Atte: Itzel M. (Leztiuwu)

•••

La boda había sido encantadora, y definitivamente mucho más romántica que la primera vez. Todo el mundo estaba sonriendo, sintiéndose demasiado feliz por la pareja tan enamorada que se miraba como si no existiera nada más en el mundo que ellos, mientras decían sus votos, prometiéndose amarse hasta que sus vidas terminaran, y aun después.

Los más afectados por todo lo que estaba pasando eran Diego y Yolo, quienes se mantenían sorbiendo su nariz cada poco tiempo, ambos mejores amigos estaban felices de que sus amigos estuvieran tan contentos. Yolo nunca había visto a Aristóteles tan brillante, ni tan enamorado que cuando miraba a Temo. Y Diego en cuatro años que había visto a Temo estar en una relación, que parecía buena, nunca había visto a Temo tan cómodo, y reluciente. Mucho menos tan enamorado. Ellos merecían estar juntos, sin importar nada de lo que podría pasar. Ellos lo merecían.

La recepción estaba siendo divertida, toda la familia de ambos novios estaban bailando y conviviendo, tratando de conocerse un poquito mejor, pues para ellos también había sido muy pronto todo aquello, pero no menos romántico. Solamente bastaba con ver bailar a los novios en el centro de la pista, aquella canción que había sonado en su primer boda, y canción que los había hecho unirse nuevamente en esta vida. Tenían sus frentes juntas, y sus ojos centrados totalmente en ellos, así como sus manos unidas en un solo nudo, que estaban seguros nunca se rompería. Mucho menos ahora que en sus dedos estaban los anillos que los hacían saber que estarían juntos hasta el final.

La tarde llego, con ello, llego el momento que tanto querían recuperar. Momento que solamente podrían hacer ahora, que estaban nuevamente en Oaxaca. No se quedarían mucho tiempo, pues ambos tenían sus respectivos trabajos y lugares en la Ciudad de México, por lo que tenían que aprovechar.

Tomados de la mano salieron de la recepción, dejando a todos divirtiéndose, estaban seguros de que regresarían antes de que anocheciera, así que estaba bien no decirle a nadie a donde iban. Caminaron por aquellas calles que los vieron crecer hace tantos años, y en cada lugar importante se detuvieron un momento, para tomarse una foto, o para abrazarse y agradecer que se habían encontrado. Compraron un helado, y comieron de este mientras hacían chistes y reían. Se sentían como cuando tenían 15 años en su vieja vida. Ambos se sentían sumamente enamorados.

Cuando divisaron aquella pequeña montaña, sonrieron mucho más, y subieron a ella con algunas risas, pues no recordaban que fuera tan alta, y sin embargo, se sintieron un poco sin aire cuando llegaron a la cima. Se dejaron caer de espaldas entre risas, y carcajadas, y cuando lograron calmarse un poco, se quedaron en silencio, mirando el cielo tan profundo que estaba sobre ellos. Entrelazaron sus manos de manera automática.

El cielo seguía siendo profundo, e incluso mucho más temeroso que la primera vez, pero Ari en ese momento no podía quejarse de ninguna manera, ya que no tenía miedo. Había dejado sus miedos atrás desde hace unos meses, cuando lloro en los brazos de Temo, y pidió aquel deseo. El cielo estaba cubierto de nubes blancas que se movían sobre ellos, nubes de muchas formas, y algunas de colores más claros, e incluso habían colores naranjas, porque era tarde. Ambos soltaron un suspiro.

Temo ahora recordaba, que en su vieja vida, cuando estuvo en la misma situación, estaba pensando en la carta que le había dejado su madre, junto con el collar que ahora portaba en su cuello, por eso estaba tan callado, y tan pensativo. Sonrió un poco, y supo exactamente qué decir.

—¿Ari? —llamo, aun mirando al cielo.

—¿Qué pasa? —contesto el rizado, sonriendo un poco, al recordar esas mismas palabras.

—¿Crees en la magia? —pregunto el castaño, apretando la mano de Ari bajo la suya. Aristóteles dejo de sonreír un poco, y giro la cabeza a su dirección, haciendo que Temo lo imitara. Ambos se mantuvieron la mirada. Ari miro cada parte del rostro de Temo, miro cada parte del único rostro que quería ver al despertar cada mañana, cada parte del rostro que deseaba admirar también en su siguiente vida. Y entonces supo nuevamente la respuesta.

—La única magia en la que creo... —susurro. —Y en la que siempre creeré... es en la magia de tu existencia.

Temo se quedó en silencio, mirando con todo el amor del universo y de la magia, a la persona que más había amado. A la persona por la que más había sufrido, pero también por la que más había sonreído. Eso no podía negarse, y eso no iba a negarlo. Jamás. Él realmente tenía ese pensamiento que le decía que no importaba lo que les deparara en el futuro, Ari siempre sería la persona que se encargaría de sacarle las sonrisas más grandes y las más sinceras de su vida.

—Te amo. —dijo Temo, sonriendo. —Y quiero que sepas, que la magia de tu existencia también es en la única magia que creeré hasta que me muera.

—¿Lo prometes? —pregunto el rizado, volviendo a sonreír.

Temo sonrió más, y antes de contestar cualquier cosa, se sentó sobre el pasto, y con la mirada busco aquello que había visto cuando subieron, asintió cuando lo encontró, y no dudo en tomarlo con delicadeza. Ari también se sentó, mirándolo con algo de extrañeza, pero también emoción por saber que era aquello que su esposo haría.

Temo puso el diente de león frente a ellos, y Ari soltó una risa emocionada, y divertida, que le saco una risa también a Temo. Ambos se sentaron frente a ellos, con una mejor postura, y entonces trataron de mantenerse serios. Aunque no era demasiado posible.

—Prometo que nunca dudaré de la magia de tu existencia. —prometió el castaño, antes de cerrar los ojos, y con una pequeña sonrisa, soplo al diente de león, haciendo que todas las pequeñas pelusitas volaran por el aire, rumbo al cielo.

Ari soltó nuevamente una risa, y con la mirada encontró otro diente de león, que no dudo en tomar con cuidado, para luego ponerlo frente ellos, haciendo sonreír completamente a Temo.

—Prometo que nunca dudaré de la magia de tu existencia, y que siempre la recordaré. —prometió, antes de hacer lo mismo que había hecho Temo.

Ambas pelusitas volaron juntas, y ambas promesas quedaron marcadas con eso. Ellos sonrieron, antes de acercarse y darse un suave beso, que los hizo sentir completados. Los hizo sentir completamente alocados, el uno con el otro. Los hizo sentir la magia de su existencia hasta los huesos.

Los hizo sentir esa magia, que más adelante, como Jean y como Lucas, volverían a sentir. Tan solo era cuestión de tiempo.

Tan solo era cuestión de tiempo para que llegaran a una nueva vida. Y volvieran a darse la bienvenida.

🌻Bienvenido a nuestra nueva vida. 🌻

FIN

AL MENOS FIN DE LA SEGUNDA VIDA DE ARISTEMO

¡LOS AMO! 💜

Welcome to our new life || Aristemo. [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora