DIECINUEVE

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Un trébol dorado, con mi nombre marcado en manuscrita.

Eso era todo lo que tenía para recordar a mi madre, por lo cual, ese collar era algo que desde que mi padre me lo había regalado, había cuidado con mi vida. Pues me hacía sentir conectado, de una u otra manera, no me atrevería a decir que me hacía sentir conectado con mi madre, porque mentiría, era algo más. Mucho más intenso.

Cuando tenía miedo de cualquier cosa, lo apretaba sobre mi pecho, hasta que la calma llegaba a mi sistema. Cuando alguien me hacía llorar por decirme que no tenía madre, o que no teníamos dinero, ese collar siempre me acompaño. Era algo que significaba protección. Era mi amuleto de la suerte, en pocas palabras.

Lo cual me encantaba, porque era un trébol.

Como dije, siempre le tuve mucho cuidado, casi nunca lo sacaba de su cajita, pues me daba miedo perderlo, o dañarlo, pero mi padre me convenció de que mi madre hubiera querido que lo usará, por lo que después de unos años, comencé a llevarlo conmigo a todas partes. Cuando tome la decisión, junto con Diego y Melissa para irnos de Toluca, y comenzar una nueva vida en la Ciudad de México, ese collar también me dio valentía.

Ese collar, significaba mucho más que un regalo de mi madre, por eso me volví loco cuando lo perdí un día en la Universidad.

Ese día llegue temprano, pues había quedado con Jerry de vernos antes de inscribirnos al siguiente año escolar. Recuerdo sentarme en una banca, para poner mis cosas en la mesa. Hay algo que siempre he recordado sobre ese día, y es el chico rizado que tomo rápidamente al pequeño niño que me miraba con una sonrisa, y se lo llevo lejos de mi vista. ¿Por qué lo recuerdo? Bueno, sinceramente no tengo una respuesta como tal, pero solo sé, que al mirarlo, aun si no vi su rostro, algo dentro de mí, se incendió. Haciendo que mi corazón latiera descontrolado, y emocionado, para luego, hacer que doliera, y se sintiera profundamente decepcionado.

Esa emoción nunca la olvidaré, sobre todo porque después de perder la vista de aquel niño, y mirar a donde había estado jugando este mismo, vi el collar en forma de flor, color blanco.

Estaba tirado en el suelo, por lo que no dude en dejar a Jerry hablando solo, y acercarme a este. Un escalofrió me recorrió el cuerpo por completo, y no entendía a que se debía, no entendía porque sentía tanto con tan solo un collar, que seguramente pertenecía al pequeño niño, pues ahí había estado jugando, pero lo único que sabía, era que ese collar, después de perder el collar de mi madre, fue el único que me hizo sentir tanto con tan solo sostenerlo.

Y también después de ese día, fue el único que logro calmarme en las noches frías de lluvia.

Durante años pensé que ese nuevo amuleto de la suerte, pertenecía al pequeño, que no conocía de nada. Eso hasta el día en que conocía a Amapola Castañeda, y volvía a ver al pequeño niño, de nombre, Arquímedes.

Todo paso demasiado rápido al conocerla, acaban de asaltarme, y estaba asustado, mientras intentaba pensar en que rayos hacer, o como comunicarme con Jerry, pues este ni siquiera sabía que había salido del hotel esa mañana, tratando de calmarme, me senté en una de las bancas que estaban en el parque. Me sentía realmente asustado, y frustrado. Quería llorar, pero antes siquiera de que la primera lágrima saliera, una pequeña mano, tomo la mía con delicadeza, y al subir la mirada, me encontré con un par de ojitos verdes, que me miraban curiosos.

Ese pequeño niño, trato de consolarme, diciéndome cosas divertidas y curiosas, se sentó a mi lado, y también comenzó a hacerme preguntas. Me quede un buen rato hablando con él, olvidando por completo mi molestia, hasta que su madre apareció, con Julieta y otra chica.

Welcome to our new life || Aristemo. [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora