3 4; ser felíz

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si le preguntan a chan qué es ser felíz para él, probablemente responda que su felicidad se basa en distintas cosas. como en los cafés con jihoon por las mañanas, la sonrisa hermosa de seokmin, los abrazos reconfortantes de seungkwan, la risa extraña de hansol, o los apodos dulces de soonyoung. pero también, la felicidad para él es cuando junhui toma su mano con timidez mientras caminan a algún lugar, o las sonrisitas cómplices presas de amor y ganas de vivir, o acariciar su cabello (ahora) rojizo hasta hacerlo dormir, jugar con sus largos dedos de pianista, cuando van de compras o cuando se besan antes de dormir o despedirse.

la felicidad, para él, son tantas cosas.

a lo mejor, si unos meses atrás le preguntaban si era felíz hubiera contestado que no del todo. siempre habían pequeñas (o grandes, por lo general grandes) cosas que arruinaban su día, su semana o su mes. así como también mantuvo su pensamiento de que luego de tanto mal, vendría lo bueno.

y luego de tanta tristeza de pérdida, llegó lo bueno: wen junhui.

al principio era sólo interés por saber si lo que todos y todas decían era cierto, además de que se había interesado en aquel extraño chico apuesto, popular y callado del último año.
pero pequeñas acciones, como el brillo en sus ojos o su timidez repentina, lo cautivaron. de un momento a otro estaba perdidamente enamorado de un repitente chino medio narcisista de vez en cuando.

y aún continuaba igual de enamorado, tal vez incluso más, tal vez demasiado.

— cariño, alcánzame la camiseta de la silla, por favor. — pidió junhui, quien terminaba de armar sus maletas.

mañana se iría.
mañana era el último te amo.
mañana era el último beso.
mañana era el último abrazo.

y definitivamente no podía sentirse más mal y orgulloso a la vez.

— ¿realmente tienes que irte? — preguntó entregándole la prenda. el chino rió y la guardó.

— creo que ya no hay tiempo para rechazar el puesto. — dijo intentando alivianar el ambiente con un tono medio de gracia. cerró la última maleta y atrajo a chan hasta sí para luego arrojarse sobre el colchón con el más pequeño sobre él. — mi pedacito de cielo... eres lo más lindo que me pasó en la vida. — despojó algunos cabellos que cubrían la frente del coreano, quien tenía un puchero triste instalado en el rostro.

— no digas esas cosas, parece que te estás despidiendo...— se quejó y besó rápidamente sus labios. jun suspiró con sus manos sobre su espalda.

— ¿cuándo debo despedirme entonces, channie? — preguntó más para que no responda. — a mí también me duele, cielo. pero, si no es ahora, ¿cuándo? además, adoro decirte lo importante que eres para mí, y lo vas a ser siempre. — su nariz contra la mejilla del más chiquito y sus ojos cerrados sintiendo su hermoso aroma a vainilla y a su propio perfume.

— estoy orgulloso de ti, muchísimo, en serio... pero ahora que está tan cerca, ya no quiero que me dejes, no quiero estar lejos de ti. — confesó con los ojitos borrosos por las lágrimas y con sus manos fuertemente sujetadas de los hombros del mayor, quien afianzó el abrazo.

— tampoco quiero estar lejos de ti, pero esto es único. prometo volver algún día, cuando mi posición sea segura, voy a estar de regreso. — prometió en voz baja, cerca de su oído. acarició con parsimonia su espalda, capturando en su mente su aroma, su calidez, la forma de su cuerpo.

chan lo creyó. eso lo consolaba, saber que en algún momento iba a volver, lo consolaba. pero, ¿y si ese algún era en un tiempo muy lejano? ¿y si en ese momento ya se olvidaban el uno del otro? estaba aterrado.

— ¿me amas mucho? ¿vas a amarme mucho en China?— preguntó triste levantando la cabeza para poder verle a los ojos. junhui sonrió enternecido completamente por su amor.

— mi amor por ti es eterno, dulzura. — dijo seguro.

y sellaron aquella pequeña despedida con un beso. un beso triste, pero a la vez felíz y lleno de amor.
sus labios moviéndose lentamente, sin apuro, endulzándose con el sabor del otro para registrarlo en sus memorias. sus corazones latiendo como en el primer beso, y sus mejillas tiernamente coloreadas de un rosado sutil.

— ¿me prometes que serás muy felíz? — pidió jun sobre sus labios.

y chan quiso reír, pues, el ya es felíz.

— cariño, ya soy felíz. — respondió antes de volver a besarlo.

iba a extrañar tantas cosas de él, su aroma natural, su sonrisa, su suave cabello entre sus dedos, sus brazos sosteniéndolo fuertemente cada vez que llegaba a la cima, su risita, sus abrazos a mitad de la madrugada o sus típicos aún es temprano de todas las mañanas.

pero sobre todo iba a extrañar aquella calidez que sentía en el pecho con cada acción que provenía de él.

esa sensación de felicidad.

— te amo tanto, tanto. — murmuró apretándolo nuevamente contra su cuerpo. — te amo hoy, mañana y toda la vida, mi pequeño. —

¿quién iba a decirle lo mucho que lo amaba todos los días a todas horas como lo hacía junhui? ¿quién?
las lágrimas no tardaron en hacerse presentes en ambos chicos, soltando el dolor de una separación que no sabían si iba a tener un reencuentro. porque sí, estaban terminando. de la manera más triste que pudieron hacerlo, estaban terminando la relación que duró poquito más de un año, pero de la que aprendieron tantas cosas sobre el amor. sobre ser amado.

y dolía demasiado.

le dolía muchísimo saber que la próxima semana ya despertaría solo, sin unos brazos rodeando su cintura, sin unos buenos días escritos por mensajes, sin los besos mañaneros, o los desayunos desastrosos a las apuradas.
la próxima semana ya no iba a ver pororo acompañado, ya no iba a tener un regazo en donde sentarse, un cabello al cual acariciar, un nombre el cual susurrar preso del placer. ya no.

la próxima semana junhui ya no iba a estar.

— gracias por hacerme tan felíz, junnie. —

su felicidad había sido la más hermosa del mundo. y no iba a olvidar los momentos vividos, a ninguno.

(...)

1023 palabras.

amar es difícil. -  juno svt.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora