Midnigth ✓ → [Edward Cullen]

[ XXVI ]

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La vampiresa se encontraba bastante concentrada en su trabajo, se había despojado de aquella gabardina, abandonado sus tacones y arremangado las mangas, mientras que con una pluma se recogió su cabello en una especie de chongo¹.

Ahora se encontraba lijando con esmero el marco de la ventana de aquella deteriorada vivienda. Y es que no soporto ver qué cuando entraron de nuevo ahora fue el pantalón de Elián el que se rasgó.

Por su parte el infante se quedo en silencio, comiéndose aquel helado gigante de vainilla con trozos de chocolate, fresas, espolvoreado con galleta oreo, observando el arduo trabajo de la hipérbolica chica.

Romina no fue capaz de mantenerse, después de todo, aquellos filos del marco era ridículamente peligrosos para la integridad del niño y de su ropa.

Cuando está termino de lijar todo aquello, dio un suspiro de satisfacción para pronto incorporarse y girar hacia el pequeño. No pudo evitar sonreír al ver a Elián con su corona de
Burger King, con un collar de flores de su cuello y con aquel helado a medio terminar, junto a él estaba aquel camino que igualmente traía una corona y como cuatro collares de flores.

El niño había interrogado a Alexandra en todo el transcurso de la cena, le pregunto sobre sus padres, él como habían fallecido, de dónde venía, con quién vivía y que carajos hacía ahí en la noche. Romina por su parte era bastante buena mintiendo, así que no tardó mucho en responder su interrogatorio con total facilidad.

—Ya he hablado mucho yo, creo que es mejor que comiences a hacerlo tú. - Comenzó con cierta cautela la castaña, no queriendo incomodar al infante.

Elián rápidamente termino de comer aquel helado para después sonreír y comenzar su plática con toda calma. —Mis papás murieron cuando tenía siete años. - Explicó con total naturalidad que incluso Romina se vio sorprendida ante ello. —Tras ello me mandaron a un orfanato.

—¿A caso no quisiste ser adoptado?

—¡Por supuesto que sí! Quería que me adoptaran, no importaba quien, dos hombres, dos mujeres o una pareja normal, lo que sea, pero eso jamás sucedió.

—Entonces ¿Por qué huiste?

—El orfanato donde me mandaron no era un orfanato de verdad. - Cuando observo a Romina girarse y prestarse atención con seriedad, trago grueso pero continuo. —Los niños más carismáticos y con "buen comportamiento" se iban al parque de diversiones, pero sin embargo jamás regresaba, y unos tipos mal encachados¹ siempre estaban vigilando el lugar, no me dio buena espina y cuando supe que me tocaba ir, decidí escaparme en un bote de basura.

« Tráfico de infantes »

—¿Cuántos años tienes ahora, Elián?

—Nueve, pero cumplo diez en noviembre.