16. Regreso

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YoonGi echa agua fría en su rostro al menos dos veces, antes de apoyar ambas manos en los extremos del lavabo. Su cabello gotea al ritmo de sus aceleradas respiraciones, las cuales no dejan de escapar por su boca. Vuelve recoger algo de agua para refrescarse un vez más, y, entonces, sus ojos se hallan con el cansado reflejo dibujado en el espejo. Vaya, Min YoonGi. Estás hecho mierda, ¿no?

A sus oídos llegan los sonidos del golpetear constante de la puerta del baño. Debe tratarse de NamJoon, o quizá JungKook. Cualquiera que sea el caso, realmente no tiene muchos ánimos de tratar con nadie. Debajo de sus refinados ojos afilados, yacen los indicios de sus últimos desvelos, y, esparcidas en rasguños casi invisibles, las marcas de viejas heridas sobre sus mejillas. Aún no cicatrizan por completo, y, aunque se esfumasen de su piel, los recuerdos de cómo aparecieron jamás lo harían. Una triste realidad por afrontar.

Lo único bueno, es que se trata de un libro del pasado. No debe permitirse que nadie vuelva a abusar de su fragilidad física, ni emocional. Él no es el olmega inútil que su padre ha deseado pintarle durante años. No. Ni siquiera tiene que esforzarse por enorgullecer a quien tanto daño le ha hecho, porque buscar la aprobación de esa persona está destrozándole el autoestima. En sus propósitos no existe el bajar la cabeza. Sólo... quiere ser mejor. Y va a serlo.

—YoonGi, sal de ahí —Insiste su mejor amigo, golpeando con el puño la puerta—. Tu hermano está al teléfono. Dice que es importante. ¿Podrías atenderlo, por favor?

Sus ojos caen en la caja de supresor recién ingerida, a un lado de los anuncios del periódico, y luego en el pomo de la puerta. No debe pensarlo mucho, ¿cierto?

Desbloquea la cerradura, y en cuanto la gira, descubre a NamJoon de pie con el celular pegado a la oreja izquierda. Aquella imagen lo invita a sonreír de medio lado, en un gesto colmado de algo agrio. El bastardo de su padre le jodió su maldito teléfono, así que, ahora, debe depender de los ajenos.

—Insiste en que es urgente —Le extiende el aparato móvil—. Puedes darme el celular luego de comunicarte.

—Ajá. Gracias —Recibe el dichoso telecomunicador, y lo lleva a la altura de su oído—. ¿Qué sucede, Hyung?

—¿Esa es la forma de saludar a tu hermano, a quien has olvidado el último mes? —Su timbre se tiñe de indignación—. ¡Al menos una llamadita!

—No tengo teléfono para llamarte —Inconscientemente, empieza a caminar por el pasillo del segundo piso—. ¿Qué es tan urgente, como para que me contactes por el celular de NamJoon?

—Directo al grano como siempre, ¿no? Ah, sinceramente no tienes paciencia. Eso va en el gen Min —Chasquea la lengua—. Estás bien, ¿verdad?

—¿En serio estás haciendo esto para preguntarme sobre mi estado? Ahg, voy a colg... —Respira profundo, conteniendo su mal humor, y recordándose a sí mismo su promesa de ser paciente—. Estoy bien. Hoy es mi último día de celo y me vuelve un poco susceptible.

—¿Sólo eso?

—¿Tendría que haber algo más?

—Me enteré lo de nuestro padre —Apenas esas palabras colisionan en su oído, YoonGi aprieta el celular, tensando la mandíbula—. Mamá me llamó para decirme que está preso ahora. Se le escuchaba destrozada.

—Llevo tiempo viviendo fuera de casa con un alfa que ella no conoce, luego de haber recibido la paliza de mi puta vida, y tener la necesidad de huir porque no aguantaba más. Pasé toda esa mierda, tuve que ir al hospital, andar en cualquier lado sin un solo won en el bolsillo, ¿y su preocupación es el bastardo que pudo haberme matado? —No debería afectarle, pero, lo hace—. Soy su hijo, maldita sea. ¡He sido un saco de boxeo y la mira de un tiro al blanco desde que tengo memoria! —Arruga los labios en cuanto la vista se le nubla, mientras baja los escalones—. Ella es increíble. Debe odiarme a morir.

Compass Youth|JinsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora