Capítulo 2.

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Murat estaba atónito. Jamás pensó que se encontraría a aquella chica ahí, realmente jamás pensó que la volvería a ver, no porque no quisiera, más bien deseaba volver a verla, conocerla y tenerla otra vez entre sus brazos, pero no sabía nada de ella, habían compartido unas copas en un club en el que bailaron un rato y luego se fueron al departamento de él. Aún contemplaba la mesa de vidrio -sobre la que derrocharon gran parte de su pasión- recordando esa noche que, era reciente, pero no solía pasarle eso. Desde que se había divorciado había salido con algunas mujeres, pero todo asuntos de una noche y luego no las volvía a recordar. Con ella pretendía lo mismo pero desde hace dos días no podía quitarla de su mente. Intentó buscarla, pero ella había desaparecido, no sabía más que su nombre, no tenía su número de teléfono, no tenía nada, solo recordaba sus hermosos ojos verdes y el sabor de sus suaves labios… y ahora la tenía ahí, frente a él, y no solo eso, también conocía su nombre, sabía quién era su padre, de qué familia provenía y además trabajarían juntos…

-El destino es muy travieso… -Murmuró para si mismo.

-¿Qué dijiste? -Doruk lo cuestionó ya que no alcanzó a entender, Murat lo miró y rápidamente inventó una excusa.

-Que es un agrado conocerla, señorita Nihal. -Inclinó su cabeza a modo de saludo y ella le respondió, pero la notaba tensa y sorprendida. Él, por su parte, se sentía muy animado, su día ya se había mejorado notablemente.

-Bueno, ya que las presentaciones están hechas, podemos pasar a la sala de reuniones, no nos quedemos aquí. -Doruk abrió la puerta y dejó pasar a Nihal en primer lugar, luego a su hermano y finalmente entró él. Dentro ya se encontraban otros miembros asociados.

Murat tenía sus oídos totalmente concertados en lo que se conversaba en la junta, sobre como abordar la próxima temporada de Luna, todas las ideas eran buenas. Por otro lado, sus ojos estaban concentrados en el el rostro que tenía en frente, se había ubicado estratégicamente ahí, para poder mirarla fijo, descaradamente y sin disimulo.
Nihal Ziyagil era un ejemplar de mujer totalmente hermoso, su belleza era indiscutible, una chica con un rostro y semblante angelical, pero con unas curvas que te hacían querer pecar sin arrepentimientos. Se dio cuenta, también, que era una mujer sumamente inteligente, con ideas claras y ambisiosas, no solo era un rostro bonito, y para que hablar de su pasión, era una chica que podía prenderte hasta con agua fría, se lo había dejado claro dos noches atrás en la intimidad de su recámara.
La mirada de Murat recorría constantemente el mismo camino, los ojos verdes, chispeantes, sus labios que se movían de una forma provocadora cada que hablaba y remojaba de vez en cuando, parecía ser un tic de ella, y luego iban a su precioso escote, todo un espectáculo digno de ser visto.
Murat nunca había disfrutado tanto una reunión como esta.

N I H R A T.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora